Page 80 - Mitos de los 6 millones
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Según Christophersen, en fin, Auschwitz-Birkenau no era más que un gigantesco
                        complejo insustrial, donde se fabricaba, especialmente, caucho sintético y en el que, si
                        ciertamente se empleaba a los internados en trabajos forzosos, nunca tuvieron lugar
                        exterminios masivos de judíos ni de ningún otro grupo étnico. Como cualquier gran
                        complejo industrial Auschwitz fue organizado de manera sistemática pensando en dársele la
                        mayor eficiencia posible. Las per sonas recién llegadas, y sin empleo, eran, de momento,
                        acuarteladas en Birkenau, donde estaban instalados los campos de tránsito. Allí mismo
                        estaban los campos para judíos y gitanos. Así mismo, las personas enfermas, muy en
                        fermas ó moribundas eran igualmente enviadas a Birkenau, y si tomamos las cosas en tal
                        sentido sí que puede afirmarse que Auschwitz era un»campo de la muerte». Con tal motivo,
                        habían más hornos crematorios que en otros campos: cuatro, según Rassinier y
                        muchísimos más según los diversos autores judíos, que se contradicen entre ellos hasta
                        límites increíbles.
                              Otra contradicción se produce en el caso de la única prueba documental de la
                        existencia de las «cámaras de gas», un documento triunfalmente exhibido por la Acusación
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                        en Nurenberg y posteriormente en Frankfurt.   Se trata de una carta de la Administración
                        General de los Campos de Concentración dirigida a la casa Topf & Söhne, de Erfurt, en la
                        que se solicita el suministro, no de cámaras de gas, sino de «hornos crematorios» y de unos
                        llamados «baños duchas». Estos «baños duchas» son, según los mantenedores del Fraude,
                        las célebres «cámaras de gas». Cuando los abogados defensores, en Nürenbergo en
                        Frankfurt, preguntaban a los testigos de la Acusación en qué se basaban para llegar a tal
                        conclusión, éstos respondían que los alemanes no eran tan estúpidos para formular
                        claramente órdenes tan comprometedoras para ellos y que «baño ducha» significa, en
                        lenguaje de código, «cámara de gas». Naturalmente no se molestaban en explicar dónde y
                        cómo habían descubierto ellos la clave de tan abracadabrante código.
                              En cambio, pretenden haber encontrado una orden de cierto «alto jefe» nazi, en el
                        sentido de que dejaran de utilizarse, temporalmente dichas «cámaras de gas»... de dónde hay
                        que concluir que los alemanes eran muy estúpidos o muy listos, según conviniera a los
                        razonamientos de la Acusación. Pero es que, además, no han hallado tal orden, sino que
                        simplemente se apoyan en un testimonio de segunda mano, de un tal Kurt Becker, un
                        oficial de las SS, que se lo «oyó decir» a Himmler. Este Becker salvó su vida protegiendo a
                        la judía húngara Baronesa Weisz.
                              El gas utilizado en las «cámaras de gas» era el Zyklon B.
                              El Zyklon B era un bien conocido y ampliamente utilizado insecticida, producido
                        por la «Deutsche Gesellschaft fur Schädlingsbekämpfung» (DEGESCH). Antes de la guerra
                        había sido vendido en todos los mercados del mundo como insecticida de primera clase.
                        Durante la guerra lo utilizó la Wehrmacht y fué también muy empleado en los campos de
                        prisioneros y de concentración y, naturalmente, fué empleado en Auschwitz. La constante
                        amenaza del tifus causado por los piojos, y los calamitosos resultados de un alto forzoso en
                        las medidas de desinfección en Belsen, hicieron que los alemanes extremaran las medidas de
                        precaución en Auschwitz, donde ya en 1943 hubo una epidemia de tifus que fué de tal
                        magnitud que debieron de suspenderse los trabajos en las plantas industriales de caucho
                        sintético. En vista de la gran importancia del complejo industrial de Auschwitz para el
                        esfuerzo de guerra alemán, no es sorprendente que el Zyklon B fuera usado en grandes
                        cantidades en Auschwitz y su región circundante, incluyendo Birkenau, para la prevención
                        de epidemias. Hagamos referencia, de paso, al hecho de que los alemanes eran los pioneros
                        en gases tóxicos, mucho más baratos que el insecticida Zykion B, y de efectos más
                        prácticos para el objetivo que se supone. Al terminar la guerra, se confirmó que los
                        alemanes habían descubierto los tres gases tóxicos más poderosos de los conocidos hasta
                        entonces: el Tabun, el Sarin y el Somán. El llamado Somán produce los efectos más

                        1   Juicios de Nurenberg: Documento N. 1 1450/42/B 1/H.

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