Page 89 - Mitos de los 6 millones
P. 89
severos, pues la moral de la población que contribuye al esfuerzo de guerra no puede ser
perjudicada por las andanzas de unos gólfillos».
Aquí, como es evidente, los judíos no iban a ser más privilegiados que los
alemanes.
Un judío, llamado Katzenberger fue hallado culpable de robo a mano armada, en
1942 ,y condenado a muerte por el Juez Oswald Rothaug. Aquí, es importante un inciso
para hacer constar que, en 1942, había judíos, en Alemania, que gozaban de una relativa
libertad. Libertad que, como en el caso de Katzenberger, les permitía cometer atracos. El
segundo juez, Hoffman concurrió a la setencia con su firma. En 1946, los linchadores
legales de la escuela de Morgenthau buscaban un caso para demostrar que los jueces del III
Reich discriminaban contra los acusados judíos. A tal fin, indujeron al Juez Hoffmann a
que testificara ante el tribunal que juzgaba al Juez Rothaug, en el sentido de que la sentencia
contra Katzenberger había sido injusta, y el juicio «Légalmente inválido, inhumano y
discriminatorio». Hoffmann fué absuelto y Rothaug condenado a la horca.
Pero en 1973, el Gobierno de Bonn, en su incesante búsqueda de «criminales
nazis», decidió abrir de nuevo el caso Kanzerberger – lo que constituye una monstruosidad
jurídica – y acusó a Hoffmann de prevaricación en aquél caso. Pero entonces Hoffmann
negó vigorosamente todo lo que había «confesado»a los jueces americanos en 1946.
Hoffmann afirmó que el Tribunal americano le obligó a presentarse como testigo de cargo
levantando falso testimonio contra su colega Rothaug pues, de no hacerlo así, él mismo
1
seria condenado a muerte.
A causa de la aplicación del Plan Morgenthau a los testigos alemanes, su
testimonio debe ser altamente sospechoso y no debe ser aceptado sin numerosas
corroboraciones. Las declaraciones de Höttl y Höss, así como las atribuidas a Eichmann
sobre la cuestión de los judíos exterminados en el III Reich no han tenido corroboración
alguna. Por lo que se refire al testimonio de los supervivientes judíos, ellos mismos han
incurrido, – como hemos demostrado en numerosos casos en esta obra – en tantas y tan
flagrantes contradicciones que tal testimonio está preñado de falsedades y perjurios, con
unas pocas – y heroicas – excepciones. Volviendo al caso Kalzenberger, por lo menos
habrá servido para demos. trar que no todos los judíos fueron internados en campos de
concentración dentro del ámbito del III Reich. Un factor más que reduce la cifra de víctimas
posibles de judíos en manos de los nazis. Que no todos los judios fueron internados en
Alemania era poco conocido; que apenas lo fueron en Eslovaquia y Rumania, en cambio,
ya es más sabido. Factores suplementarios, todos ellos, en la reducción de la cifra de
víctimas posibles judías a consecuencia de la fantomática política nazi de «exterminio».
Un rapport de la Cruz Roja
Existe un estudio de la cuestión judía en Europa en el transcurso de la II Guerra
Mundial y de las condiciones de vida en los campos de concentración alemanes, que es casi
única en su género por su honradez y su objetividad. Se trata del Rapport , en tres
volúmenes, del «Comité Internacional de la Cruz Roja Internacional» sobre sus actividades
durante la guerra. Ese Rapport fue publicado en Ginebra en 1948. Este informe exhaustivo,
procedente de una fuente neutral completamente, incluye y amplía revelaciones contenidas
en dos obras precedentes, también de la Cruz Roja, tituladas: «Documentos sobre las
actividades del Comité Internacional de la Cruz Roja a favor de los civiles detenidos en los
campos de concentración en Alemania, 1939-1945», e «Inter Arma Caritas: la Obra del
Comité Internacional de la Cruz Roja durante la Segunda Guerra Mundial», editadas en
Ginebra, respectivamente en 1946 y 1947. El grupo de autores, dirigido por un francés,
1 «Deutsche National Zeitung», 23–11–1973.
— 89 —