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Las actividades planteadas en los distintos encuentros programados, parten de
                  este pensamiento, donde los destinatarios podrán realizar los procesos escalonados de
                  asimilación incorporando nueva información en función de sus esquemas o estructuras
                  disponibles  (Ander-Egg,  1996)  y  de  acomodación,  o  reformulación  de  estructuras
                  nuevas  como  consecuencia  de  los  conocimientos  incorporados  (Pérez  &  Sacristán,
                  1992). Esto, corresponde a un proceso constructivo interno, personal y activo, que tiene
                  en cuenta las estructuras mentales del que aprende.

                         Este proceso de desarrollo se forma por estadios o etapas. El desarrollo cognitivo
                  del grupo es trascendental, el cual “condiciona en gran medida el tipo de tareas que
                  puede resolver y, en definitiva, lo que es capaz de aprender” (Nieda et al,  1997). A
                  partir de los 12 años, se empieza a razonar de manera más abstracta, lo que se denomina
                  pensamiento formal (Nieda et al, 1997 y Pérez et al, 1992). Las habilidades intelectuales
                  que caracterizan esta etapa están íntimamente relacionadas con los requerimientos que
                  se exigen para el aprendizaje de las ciencias. Los jóvenes pueden plantearse problemas,
                  y  examinar  diversas  alternativas,  (Ander-Egg,  1996)  son  capaces  de  comprobar
                  hipótesis,  controlar  variables  o  utilizar  cálculo  combinable,  lo  que  adquiere  gran
                  importancia en la propuesta de acción del proyecto, teniendo en cuenta que todos los
                  destinatarios poseen más 15 años de edad, dando pie a la realización de actividades que
                  requieran complejas operaciones de pensamiento y elevados niveles cognoscitivos.

                         Dentro de este pensamiento, la motivación es uno de los elementos indiscutibles
                  para  que  el  aprendizaje  científico  tome  forma  y  se  relacione  con  las  necesidades  y
                  problemas sociales (Nieda et al, 1997). Por lo cual, es importante adoptar dinámicas que
                  motiven  al  grupo  y  predispongan  al  proceso  de  enseñanza  y  aprendizaje,  donde  la
                  interacción con los demás a través del lenguaje, resulta un elemento insustituible en la
                  construcción social, ya que “el proceso de intercambio, también se construye” (Pérez et
                  al, 1992).

                         El sujeto es especialmente social, y por lo tanto, el conocimiento también es un
                  producto social. Vygostsky considera que, “en el curso del desarrollo de las personas,
                  todas las funciones psicológicas superiores aparecen dos veces”: primero a nivel social
                  o interpsicológico y luego a nivel individual o intrapsicológico (Ander-Egg, 1996). En
                  estos procesos, adquiere un rol importante el lenguaje, ya que las interacciones entre los
                  individuos,  se  produce  sobre  todo  a  través  de  éste,  por  lo  tanto,  verbalizar  los
                  pensamientos lleva a reorganizar las ideas, lo cual facilita el desarrollo. Para Vygostsky
                  el aprendizaje contribuye al desarrollo, donde “cada alumno es capaz de aprender una
                  serie de aspectos que tienen que ver con su nivel de desarrollo, pero existen otros fuera
                  de su alcance que pueden ser asimilados con la ayuda de un adulto o de iguales más
                  aventajados”  (Nieda  et  al,  1997).  Este  tramo  entre  lo  que  el  participante  aprende  y
                  adquiere  capacidades  con  ayuda  de  otros  (a  nivel  interdiciplinario)  y  luego  se  torna
                  capaz de aprender y ejecutar por si solo (a nivel intrapsicologico) es lo que denomina
                  «zona de desarrollo próximo» (Pérez et al, 1992).








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