Page 167 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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667 millones en el año de 1933 y se transformó en el año de 1934 en un saldo negativo
                  de 284 millones de marcos.
                  Es un consuelo lamentable que el comercio exterior de otros países industriales acuse
                  aproximadamente  el  mismo  proceso.  Alemania,  debido  a  sus  deudas  exteriores,  a  su
                  carácter tan marcado de país industrial, a su penuria en oro y divisas disponibles y a la
                  falta de muchas materias primas que necesita para su industria tan desarrollada, se halla
                  en situación especial.
                  El origen de estas deudas es harto conocido: el Dictado de Versalles. Basándose en el
                  susodicho Convenio de Paz, no sólo se ha despojado casi completamente a Alemania de
                  sus capitales invertidos en el extranjero por valor de unos 25.000 millones de marcos,
                  con  los  réditos  de  los  cuales  pagaba  sus  excedentes  de  importación,  sino  que  se  ha
                  obligado al Reich a pagar en moneda extranjera las “reparaciones” que se le impusieron.
                  Una  vez  que  se  hizo  patente  la  imposibilidad  de  transferir  estas  reparaciones  al
                  extranjero  en  forma  de  mercancías,  Alemania  fue  declarada  capaz  de  pagar  dichas
                  reparaciones por el Plan Dawes y más tarde por el Plan Young. Se emprendió el fatal
                  camino de contratar, con bancos y particulares extranjeros, empréstitos y créditos por un
                  valor  de  27.000  millones  de  marcos  cuyo  producto  en  divisas  fue  destinado  en  gran
                  parte al pago de las reparaciones.
                  Como el Presidente de entonces del Reichsbank, Dr. Schacht, declaró el 30 de agosto de
                  1934 en al Conferencia Internacional de Economía agraria en Bad Eilsen, el contra valor
                  del  marco  redundó  en  beneficio  de  las  empresas  económicas  alemanas  que  habían
                  recibido  los  créditos  extranjeros  e  incluso  las  divisas  afluyeron  pasajeramente  al
                  Reichsbank; pero del otro lado, el Gobierno sacó de nuevo de la comunidad el importe
                  de  las  reparaciones,  por  medio  de  impuestos  y  otras  medidas  similares  con  lo  cual
                  compró  al  Reichsbank  las  cantidades  de  divisas  necesarias  para  transferirlas  a  las
                  potencias beneficiadas por las reparaciones.
                  La  llamada  memoria  Layton  de  la  Conferencia  Internacional  de  Basilea  de  1931
                  comprobó, con las cifras a la mano, de manera inequívoca, que Alemania, en los años
                  que  han  seguido  al  Plan  Dawes,  no  ha  obtenido  superávit  alguno  en  su  balanza
                  comercial, con el cual le hubiera sido posible atender a sus pagos de reparaciones. Los
                  gobiernos  aliados  han  recibido  hasta  fines  de  1931,  por  el  concepto  de  reparaciones
                  acumuladas, la cantidad de 10.300 millones de marcos que en el fondo han pagado sus
                  propios ciudadanos y los de los Estado neutrales. Visto desde el punto de vista de la
                  deuda exterior alemana hay que añadir que se componen de las cargas por reparaciones
                  desde principios de 1931 y de los intereses de los pagos por reparaciones hechos con
                  dinero  prestado.  Alemania  por  tanto,  solamente  por  el  concepto  de  reparaciones,  ha
                  contraído  una  deuda  de  más  de  15.000  millones  de  marcos  con  los  capitalistas
                  extranjeros.
                  Este  sistema  tan  absurdo  como  irresponsable  tenía  que  fracasar  tan  pronto  como  el
                  extranjero  suspendiera  la  concesión  de  nuevos créditos. El  mismo  Plan  Dawes  había
                  expresado claramente que las deudas internacionales sólo podrían ser amortizadas por
                  medio  de  mercancías  o  de  servicios  y  que  las  operaciones  de  crédito  internacional
                  servirían en efecto para ocultar por algún tiempo el cumplimiento de las deudas pero no
                  para  su eliminación definitiva.
                  La situación se hizo aún más peligrosa debido a que la participación de los créditos a
                  corto  plazo  en  la  deuda  total  crecía  continuamente,  sobre  todo  cuando  a  raíz  de  la
                  quiebra  bursátil  americana  de  octubre  de  1929  se  hizo  más  difícil  la  colocación  de
                  empréstitos a largo plazo.
                  En  el  verano  de  1931  los  créditos  a  corto  plazo  fueron  retirados  en  masa,  con  el
                  resultado  de que el  sistema  internacional  de crédito  impuesto  por  las  reparaciones se



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