Page 48 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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tratado,  se  refiere  a  la  ya  citada  posibilidad  de  la  reducción  del  plazo  por  el  que  se
                  suspende la construcción de cruceros grandes.
                  A principios de septiembre se hizo saber que en la segunda quincena del mes, el Jefe del
                  Gobierno italiano, Mussolini, visitaría Alemania por invitación del Führer. El encuentro
                  de  los  dos  Jefes  de  Estado  habría  de  servir  para  proclamar  de  nuevo  el  estrecho
                  compañerismo  y  armonía  de  los  movimientos  revolucionarios  que  en  ambos  países
                  habían llevado a una total transformación de la vida del pueblo y del Estado.
                  El Sr. Mussolini, Jefe del Gobierno italiano, realizó su visita a Alemania acompañado
                  de un gran séquito en el cual se hallaban el Ministro de Relaciones Exteriores, Conde
                  Ciano, el Secretario del Partido, Ministro Starace y el Ministro de Instrucción Pública,
                  Alfieri. Mussolini fue saludado en la frontera austro-alemana por el Lugarteniente del
                  Führer, Rudolf Hess y acompañado por éste a Munich. Después de ser recibido en esta
                  ciudad  por  el  Führer,  el  Duce  depositó  una  corona  en  el  Ehrentempel  (Templo  de
                  Honor) situado en la Plaza Real, visitando en seguida los edificios de la administración
                  del Partido y la Casa del Führer, donde se efectuó la recepción de los Jefes del Partido
                  (ver Fig. 51-62).
                  Después del desfile de las milicias del Partido y de una visita a la Casa del Arte alemán,
                  tuvo lugar en este edificio una recepción, en la cual Mussolini nombró a Adolfo Hitler
                  Jefe de Honor de la Milicia Fascista, confiriéndole con esto la más alta dignidad que el
                  Partido Fascista puede otorgar.
                  El  nombramiento  de  Hitler  como  Jefe  de  Honor  de  la  Milicia  Fascista  llevaba  esta
                  leyenda:  “Adolfo  Hitler,  Führer  del pueblo  alemán,  devolvió  a  Alemania  la  fe en  su
                  nueva grandeza. El Restaurador del orden nacional, social y político, con mano firme,
                  lleva a la Nación alemana a su elevado destino. Convencido de la Civilización europea
                  y defensor de la misma contra todo intento de subversión, mostró a Italia, en horas de
                  lucha, su amistad leal y su solidaridad.”
                  Adolfo  Hitler  entregó  a  Mussolini  la  Gran  Cruz  de  la  Orden  del  Mérito  del  Águila
                  Alemana, especialmente confeccionada para él y ejemplar único, y la Insignia de Oro
                  del Partido, que hasta ese momento sólo había sido llevada por el Führer.
                  Mussolini en compañía del Führer partió de Munich  hacia el  norte de Alemania para
                  presenciar las maniobras militares que allí se ejecutaron; después se trasladaron a Essen
                  para visitar los talleres Krupp de donde continuaron su viaje a Berlín.
                  En esta estación, al llegar a la capital del Reich, primeramente, se hizo la presentación
                  de los miembros de Gobierno al Jefe del Gobierno italiano y, acto continuo, en medio
                  del entusiasmo y de la cordial acogida de la multitud, se trasladó, atravesando las calles
                  engalanadas  de  Berlín,  al  Palacio  presidencial  del  Reich  que  fue  destinado  para  su
                  residencia. Tanto este día como el 25 de septiembre para Munich fueron declarados días
                  festivos.
                  Por la noche tuvo lugar en la Cancillería una recepción del Gobierno. En su brindis, que
                  aquí resumimos, Adolfo Hitler saludó en Mussolini al genial creador de la Italia fascista
                  y al Fundador de un nuevo Imperio.
                  El vivo entusiasmo del pueblo alemán, con motivo de su visita, es una prueba de que
                  ésta significa más que un simple y convencional encuentro diplomático. En un mundo
                  en  el cual  reina  una gran  tirantez,  Italia  y  Alemania se  han  encontrado  mutuamente,
                  coincidiendo  en  una  sincera  amistad  y  en  una  estrecha  colaboración  política.  Esta
                  colaboración es  impulsada por una voluntad indestructible de  vida y de conservación
                  mediante el propio esfuerzo de ambos pueblos y por ideales políticos afines que forman
                  la  base de la fuerza interior para la consolidación de ambos Estados. Entre los intereses
                  vitales  y  efectivos  de  Italia  y  Alemania  no  hay  elementos  que  los  separen  sino  al
                  contrario  que  los  completan  y  los  unen.  Las  conversaciones  de  los  últimos  días



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