Page 57 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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admirable obra de reconstrucción, que acompaño con los más íntimos deseos, seguirá
                  logrando  grandes  éxitos.  Alzo  mi copa  y  brindo  por  vuestra  salud,  por  la  felicidad  y
                  grandeza del pueblo italiano y por vuestra inmutable amistad.”
                  El  8  de  mayo,  en  Santamarinella,  ciudad  del  litoral,  y  ante  el  Rey  y  Emperador,  el
                  Führer  y  el  Duce,  el  Ejército  ejecutó  un  ejercicio  militar  empleándose  toda  clase  de
                  armas y de municiones en pie de guerra. A continuación, la aviación militar demostró,
                  en Firbara,  su poder  en  las técnicas  del  vuelo  y de  la guerra por  medio  de ataque  a
                  distintos  objetivos.  Por  la  noche,  en  el  Fórum  Mussolini,  la  Juventud  de  Lictorios
                  ejercitó diversos deportes y actos gimnásticos. En seguida se representó una ópera en un
                  teatro al aire libre, y por último, grandes fuegos artificiales a orillas del Tiber.
                  El 9 de mayo, a las 9 de la mañana, el Führer acompañado por el Rey y el Duce partió
                  de Roma para Florencia a donde llegó a las dos de la tarde. Acompañado por Mussolini
                  visitó las cosas dignas de verse en la ciudad.  A  media noche emprendió el regreso a
                  Alemania.
                  En las primeras horas del 10 de mayo, el  Führer pasó el Brenner (frontera germano-
                  italiana);  hasta  ahí  le  acompañaron  el  Duque  de  Pistoia  y  el  Ministro  Starace.  Al
                  abandonar el suelo italiano se cambiaron cordiales telegramas de despedida entre Hitler,
                  el Rey Emperador, el Duce y el Príncipe heredero. El mismo día, al atardecer, entró el
                  Führer en Berlín  en donde el pueblo le recibió con  muestras del  mayor  júbilo. En el
                  saludo  de  bienvenida,  el  Mariscal  Göring  hizo  constar  que  el  pueblo  alemán  recibió
                  como propios los honores tributados al Führer en Italia. No es casualidad, que estos dos
                  poderosos hombres de Estado que ha producido el siglo presente, se hayan encontrado
                  para  corresponderse  con  un  sentimiento  de  amistad  que  les  es  común.  Como  esta
                  amistad debe ser  la de dos pueblos que representan  y  tan  eterna como  la paz que el
                  Führer ha anunciado entre ambos.
                  Frente a una serie de artículos erróneos, maliciosos algunos, sobre el significado de las
                  nuevas entrevistas  germano-italianas,  la parte de  mayor  peso  de la Prensa extranjera,
                  como, naturalmente, la de ambos países, hizo constar de un modo objetivo la estabilidad
                  y la razón del eje Berlín-Roma que en esta ocasión se ha mostrado ante el mundo entero
                  más real que nunca. Los días que el  Führer pasó en Italia han dado  la más profunda
                  impresión  sobre  la  resucitada  grandeza  del  pueblo  italiano.  Ninguno  de  los  que
                  participaron  en  estas  vivencias,  como  el  autor  de  esta obra,  puede dudar  de que esta
                  Italia  con  su  fuerza  actual  y  con  los  grandiosos  elementos  tradicionales  de  su  vida
                  cultural y civilizadora es una potencia con cuya acción activa tiene que contar el mundo
                  y que para Alemania es una compañera digna de aprecio.
                  Por otra parte, la solemne seguridad dada por Adolfo Hitler sobre la intangibilidad de la
                  frontera del   Brenner  ha eliminado  aquel  recelo  que aún  pudiera existir  entre  ambos
                  pueblos, de modo que se puede confiar en la persistencia de la amistad creada por estos
                  dos hombres.





                  IV
                  La reincorporación de Austria
                  El 12 de febrero de 1938, el canciller de la Confederación austríaca, von Schuschnigg,
                  acompañado del secretario de RR.EE., Dr. Schmidt, y el Embajador alemán en Austria,
                  von Papen, y en presencia del ministro de RR.EE. von Ribbentrop, visitó al Führer en su
                  residencia  de  Obersalzberg,  por  invitación  de  este  último.  Todas  las  cuestiones



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