Page 62 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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supo que el reglamento del plebiscito fue dado a conocer no por el ministro responsable
sino por Zernatto, delegado de Schuschnigg en el Frente Patriótico, como sigue:
“Para cada distrito electoral se constituirían comisiones plebiscitarias según las
indicaciones del gobernador respectivo o del alcalde de Viena. Estas comisiones serían
compuestas de un presidente y de dos o cuatro adjuntos. En cada caso figuraría un
representante de los patronos y otro de los obreros, y de ampliarse el número de
adjuntos, uno de estos debería ser una mujer. Todos los miembros de la Comisión
plebiscitaria debían pertenecer al Frente Patriótico, a ser posible funcionarios. De
acuerdo con las instrucciones del gobernador sería regulado el empleo de secretarios.
Asimismo, el gobernador fijaría el comienzo y el fin del plebiscito. Como documento
para la votación servirían las tarjetas de asociados al Frente Patriótico, Unión de
Labradores, Unión obrera, Confederación de Trabajadores austríacos o simplemente
tarjeta de identificación, cédula personal o de inscripción en la policía; en todo caso
documentos que sirvieran para la identificación personal. En el documento presentado
un sello visible justificaría la votación. Todo el que fuera conocido personalmente de la
mesa electoral podía también ser admitido a la votación sin documento alguno. Las
personas que entraran en el local debían presentar sus documentos al presidente de la
mesa. Todos los ciudadanos austríacos nacidos hasta el año 1914 tenían derecho a voto,
esto una vez demostrado, se sellaría el documento presentado por el votante quien
personalmente depositarían su sobre. Cumplido el acto, debía abandonar el local. Allí
donde lo ordenara el gobernador, se pondría una lista de aquellas personas que hubieran
emitido su voto. La papeleta oficial de votación sería de dimensiones corrientes, 5 X 8
cm., impresa por un lado con la palabra “Si”. Aquellos que votaran en contra tenían que
escribir a mano una papeleta del mismo tamaño con la palabra “No”.
Como se ve, no había ni lista de electores no control alguno. Por el contrario, todo
elector, que estuviera en poder de varios documentos de legitimación tenía la
posibilidad de ir de una mesa a otra y votar repetidas veces. Como en las mesas
electorales no había más que papeletas con “Si”, todo votante contrario tenía que llevar
una papeleta de las dimensiones estipuladas con el “No”, siendo así reconocido
inmediatamente. Como, además existía la posibilidad de entregar la papeleta abierta, el
plebiscito perdió su carácter secreto, ya que por otra parte todos los miembros de la
mesa tenían que pertenecer al Frente Patriótico. Por último, en todas las oficinas y
servicios públicos la votación debía comenzar un día antes y se efectuaría allí mismo
con una “libertad” que es bien fácil imaginarse.
En estas circunstancias, no es para sorprenderse de que la Prensa del Reich considerara
este plebiscito como una “farsa” y en contradicción con los más elementales principios
de la democracia; esto fue expresado en artículos de protesta también por muchos
periódicos austríacos y extranjeros.
El delegado de la sección política del Frente Patriótico, Dr. Jury, aconsejó a los
nacionalsocialistas abstenerse de votar. El 10 y el 11 de marzo se produjeron desórdenes
y choques de carácter político, tanto en Viena como en provincias. En Graz fueron
movilizadas las tropas del Ejército de la Confederación para contener a la población
nacionalsocialista. En diferentes puntos se armó a la Liga de defensa republicana
socialista-comunista que antes había sido disuelta. La situación era amenazadora y
peligrosa; parecía inminente una guerra civil a estilo de la española.
El presidente de la Confederación, Miklas, no pudo substraerse a las consecuencias de
estos sucesos, de modo que el Dr. Schuschnigg se decidió, después de informar al jefe
del Estado, el 11 de marzo a las 6 y cuarto de la tarde, de comunicar oficialmente por la
radio austríaca a aplazar el plebiscito que se había fijado para el día siguiente. Una hora
más tarde el Canciller austríaco presentó su dimisión, diciendo por la radio lo siguiente:
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