Page 67 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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de la indivisibilidad de nuestra comunidad de destino, la conciencia de un pueblo
pletórico de vida, la idea del nacionalsocialismo.
Mi Führer, habréis sabido, como hijo de este país fronterizo, de la miseria y desgracia
del pueblo. El conocimiento de esto os hizo nacer de la genial idea de arriesgarlo todo
para ayudar al pueblo alemán a salir de su más grave descalabro y lo habéis conseguido.
Sois el Führer de la Nación alemana en la lucha por el honor, la libertad y la justicia.
Ahora, nosotros, los austríacos como alemanes hemos reconocido para siempre con
libertad, franqueza e independencia este gobierno y al mismo tiempo, declaramos
solemnemente que queda sin efecto al artículo 88 del Dictado de Paz. El poderoso
ejército del Reich avanza en nuestro país, agasajado con las manifestaciones de
entusiasmo que le tributan los austríacos. Los soldados alemanes saludan a las
provincias austríacas no en son de sus agresores sino como confirmación clara y
definitiva de que el pueblo alemán entero se halla dispuesto a asegurar la existencia del
Reich alemán ante el mundo y a protegerle para siempre sus intereses. El Reich, alemán
en su pueblo, tiene como meta el orden, la paz y la libertad de los pueblos; ¡nosotros nos
encontramos en el umbral de su palingenesia y Adolfo Hitler es su Führer! Nosotros
austríacos os lo agradecemos. Yo, en mi calidad de hombre modesto sólo puedo decir
sencillamente que de lo íntimo del corazón os lo agradecen millones de austríacos.
Hemos luchado siempre a vuestro lado como nos lo permitía nuestro radio de acción en
este país fronterizo, perseverantes hasta los extremos de la tolerancia. Creo que hasta el
último momento hemos servido la buena causa. Ahora os saludamos con el regocijo de
todos los corazones alemanes. ¡Salve, mi Führer!”
Adolfo Hitler contestó así:
“¡Alemanes! ¡Compatriotas! ¡Sr. Canciller! Agradezco vuestras frases de bienvenida,
pero en particular agradezco a todos vosotros que os habéis congregado aquí y dais
testimonio de que no es voluntad y deseo de unos pocos fundar este gran Reich del
pueblo alemán, sino deseo y voluntad del pueblo alemán entero. Quieran ver aquí, esta
noche, algunos de nuestros conocidos investigadores internacionales de la verdad ver la
realidad de las cosas para reconocerla después ante el público y comunicarla a los
demás.
Cuando un día salí de esta ciudad, llevaba dentro de mí exactamente la misma fe firme
que hoy me anima. Consideren Uds. la inmensa emoción que me embarga al ver
realizado, después de tantos años, este anhelo. Cuando la Providencia me llamó un día
fuera de esta ciudad para dirigir los destinos del Reich incluso debió confiarme una
misión y esta no pudo ser otra que la de devolver mi querida patria al Reich alemán. He
creído en esta misión, por ella he vivido y luchado y, me parece, que ahora la he
realizado y vosotros sois testigos. ¡Si, todos vosotros sois testigos y fiadores de ella!
No sé qué día seréis llamados, pero espero que no esté muy lejano. Tendréis vosotros
que responder con vuestra propia fe y creo que entonces podré aludir con orgullo a mi
patria ante el resto del pueblo alemán. Ese resultado demostrará a todo el mundo que
cualquier intento ulterior de desunir a este pueblo será inútil. Así como vosotros os
comprometeréis a contribuir a ese futuro alemán, así también toda Alemania está
dispuesta a contribuir al mismo fin y ya lo está haciendo en el día de hoy. Ved en los
soldados alemanes, que en esta hora avanzan de todas las provincias del Reich,
combatientes dispuestos al sacrificio y deseosos de él en aras de la Unidad del pueblo
alemán entero, de nuestra libertad, de el poderío de nuestro Reich, de su grandeza y
esplendor, ahora y siempre. ¡Salve Alemania!”
Al día siguiente, 13 de marzo, los Gobiernos inglés y francés, aludiendo a ciertas
noticias transmitidas de Viena por sus embajadores, protestaron contra la coacción
ejercida por el Reich alemán en los asuntos interiores de Austria. El Gobierno alemán
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