Page 70 - Santoro, Cesare El Nacionalsocialismo
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mismo tiempo declaró que los católicos austríacos colaborarían con todas sus energías
en la obra alemana de reconstrucción.
Los directores espirituales de la Iglesia evangélica de Austria acordaron que la Iglesia
austríaca es un órgano de la alemana y que las medidas necesarias deben ser dictadas
inmediatamente por el Consejo supremo evangélico de Viena y de la Iglesia evangélica
alemana de Berlín.
Desde el primer momento en el que el Führer y Canciller pisó tierra austríaca, le fueron
tributadas entusiastas ovaciones por parte de la población que, particularmente en su
ciudad natal, Braunau, así como en Linz y en Viena, se convirtieron en manifestaciones
verdaderamente extraordinarias. El coche, que conducía a Hitler, con gran pena pudo
abrirse paso a través de la muchedumbre que le aclamaba. El entusiasmo alcanzó su
punto culminante, el 14 de marzo, festejando la liberación en la Plaza de los Héroes, de
Viena, en donde se había congregado una multitud de varios centenares de miles de
almas.
Primero el Gobernador Dr. Seyss-Inquart, como último jefe superior del Estado
confederado de Austria, anunció la ejecución del acuerdo legal por el cual, según la
voluntad del pueblo alemán y de su Führer, “Austria es un país del Reich alemán”.
Proclamó al pueblo alemán y al mundo entero que Adolfo Hitler, como Führer y
Canciller, había entrado en aquel momento en el palacio de la antigua capital del
imperio, custodia de la corona del Reich. “La Marca Austral ha vuelto al hogar patrio”.
A continuación tomó la palabra Adolfo Hitler diciendo que dentro de la comunidad
alemana se había realizado una transformación cuyo significado no podrían apreciar
totalmente sino las generaciones futuras. Los gobernantes anteriores hablaron a menudo
de la misión especial de este país. Un jefe de los legitimistas declaró en una memoria
que era misión de la susodicha independencia del país, fundada en los dictados de la paz
y dependiente de la merced del extranjero, impedir la formación de una nación alemana
verdaderamente grande y con ello cerrar el paso al porvenir del pueblo alemán.
Adolfo Hitler continuó diciendo: “Ahora yo proclamo una nueva misión para el país,
que corresponde al mandamiento que en otros tiempos congregó aquí a los colonos
alemanes de todas las regiones del antiguo Reich. La más antigua Marca Austral del
pueblo alemán debe ser de ahora en adelante el más nuevo propugnáculo de la Nación
alemana y con ello del Reich alemán” (Intensos y prolongados aplausos). Puedo
asegurar a sus 68 millones de compatriotas que esta tierra es alemana, que ha
comprendido su misión y que la cumplirá. Jamás, ni nadie la superará en fidelidad a la
gran comunidad alemana. Después que el Führer expresó su agradecimiento a los
miembros del gobierno nacionalsocialista, y en especial al Gobernador Seyss-Inquart, y,
además, a los innúmeros funcionarios del Partido y a los incontables idealistas
anónimos, que han trabajado para la realización de esta obra, terminó su alocución con
las palabras siguientes: “En este momento puedo dar cuenta al pueblo alemán de la
consumación del acto más trascendental de mi vida. Como Führer y Canciller de la
Nación alemana y del Reich proclamo ante la Historia la reincorporación de mi patria al
Reich alemán”. Terminadas estas palabras resonaron durante largos minutos estrepitosas
manifestaciones de alegría y entusiasmo en la amplia Plaza de los Héroes.
A continuación de la fiesta de la liberación tuvo lugar una parada militar de las tropas
austríacas, que ya llevaban la cruz svástica sobre el pecho, junto con las tropas alemanas
que habían llegado a Viena .
El Dr. Seyss-Inquart fue nombrado por el Führer gobernador de Austria. Las tropas
austríacas, conforme a la orden de incorporación al Ejército alemán, prestaron
juramento de fidelidad al Führer y Jefe supremo del Ejército.
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