Page 189 - Egipto TOMO 2
P. 189
EL EGIPTO SUPERIOR 189
nuestros oidos las bendiciones piadosas que el musulmán debe en rigor negar á todo aquel
que no pertenece al número de los creyentes.
Hemos dejado á la izquierda las casas en ruinas de una aldea abandonada, cuyos
habitantes, que en otro tiempo alcanzaron merecida fama de salteadores, se han hecho
inofensivos, después de haberse establecido hace largos años más cerca del rio. Echamos pié
á tierra, porque si bien el camino que guia á las grutas nada tiene de corto, es en cambio
endiabladamente perverso. Cuando, hará como cincuenta años, recorría penosamente este
mismo sendero el gran Champollion, tenia determinado no consagrar más allá de veinti-
cuatro horas á Beni-Hassan, y sin embargo, dominado por el atractivo de aquellas grutas,
permaneció nada ménos que catorce dias. Sin exageración puede decirse que á él se debe su
descubrimiento; pues si bien es verdad que ántes habían sido visitadas y reconocidas por
otros europeos que de ellas habian hecho oportuna mención , ninguno se habia fijado en su
importancia. Durante la infancia de los estudios egiptológicos, cuya creación exclusivamente
le pertenece, el error encontraba abiertas de par en par las puertas todas, y por consiguiente,
no hay para qué sorprenderse si al describir estos célebres sepulcros, levó mal nombres de
personas y de pueblos, y se equivocó de un modo lastimoso respecto de la época de los reyes
citados en las inscripciones. A pesar de esto, dotado de ese golpe de vista superior que
permite al genio penetrar hasta el fondo de las cosas, y del tacto maravilloso, indispensable
para adivinar el lugar adonde se encamina, reconoció é indicó todo cuanto caracteriza tales
monumentos: á los sabios posteriores estaba reservado, sin embargo, el poner de relieve los
detalles en su justo y positivo valer. Aun así, nadie puede disputarle la gloria de haber
puesto de relieve el importante papel que en el desarrollo del arte de construir desempeñan
los pilares de Beni-Hassan, así como el que tienen en la historia de la civilización las
pinturas que se hallan en sus cámaras mortuorias. Y pues es esta coyuntura favorable,
examinemos la cuestión con el detenimiento que requiere.
En nuestra excursión al través de la necrópoli de Memphis, hemos tenido ocasión de
examinar varias siringes grandes y pequeñas, con la circunstancia de ser todas ellas, casi
sin excepción, más antiguas que las que al presente deben ocuparnos, remontándose la de la
mayor parte de las mismas á fines del cuarto y hasta á principios del tercer milenio ántes de
Jesucristo. Pues bien, las inscripciones nos revelan que los sepulcros de Beni-Hassan fueron
abiertos en la roca ó pintados sobre aparejo de estuco, por los príncipes hereditarios de la
familia de Mah, enlazados con el tronco real, que ejercían sus funciones bajo los faraones de
la duodécima dinastía (2354-2194): por consiguiente, existe una larga série de siglos entre su
terminación y el comienzo de los más antiguos monumentos griegos conocidos, de estilo
dórico. Ahora bien: ¿es posible contemplar el templo de Poestum y otros edificios análogos,
sin recordar la semejanza que existe entre ellos y los sepulcros de Beni-Hassan?
Cuando Champollion observó por vez primera el fuste poligonal, estriado ó acanalado, de
las columnas cortadas en la roca viva que sostienen los techos del vestíbulo y de las cámaras
interiores, no vaciló en darles el nombre de protodóricos ó antedóricos. Si ahora se tiene en
EGIPTO, TOMO II. A g