Page 103 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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LA “ TRADICIÓN” DE LA LITERATURA GRIEGA 107
El helenismo se basaba en là cultura, y el gran símbolo y vehículo
de aquella cultura era la lengua griega ática. No pocas veces hacemos
mofa de los aticistas tardíos por escribir en un idioma que no habla
ban ; pero estaban en lo cierto. La lengua hablada de un campesino
espartano aún era distinta de la de un ateniense, y uno y otro trope
zarían con dificultades para hacerse entender en Macedonia ; pero la
lengua de Platón la estudiaban y la entendían todos los hombres
cultos, desde Gades hasta Capadocia, y todos aquellos que sabían
escribirla tenían un ideal y un patrimonio comunes. En los diálogos
de Plutarco se reúnen en Delfos hombres de los lugares más apartados;
un profesor de Britania, un sofista de Sardes, un funcionario romano,
un terrateniente de Beocia ; todos saben hablar la misma lengua y
reaccionan ante las mismas ideas.
Se dirá que situación tan artificial no podía durar ; pero el hecho
es que duró. Dio al mundo aquella extraordinaria serie de historia
dores todos los cuales escribieron prácticamente en la misma lengua,
cada uno con conciencia de sus predecesores, hasta llegar al propio
Focio, hasta llegar incluso a Eustatio y a personas que vivieron bas
tante después de la conquista normanda.
En cambio, para que este instrumento siguiera funcionando hubo
que hacer un sacrificio lento y constante : parte del cargamento iba
lanzándose continuamente por la borda a fin de salvar el resto. Plu
tarco, en el siglo 11, conocía bien a los poetas antiguos ; conocía a
Píndaro en textos íntegros, antes de que se formara la selección que
nosotros poseemos. Pero aproximadamente un siglo después de Plu
tarco nadie leía ya a estos difíciles poetas. Juliano, aun siendo entu
siasta de la Hélade, apenas había leído más poesía antigua que nos
otros. Los hombres que durante aquellos siglos de decadencia que se
defendía con obstinación lucharon prácticamente por el helenismo
tenían ya bastante que hacer con mantener vivos los elementos de
cultura escuetamente indispensables. Huelga decir que el saber aún
se difundía principalmente mediante conferencias y discursos y con
la lectura en alta voz. La civilización misma dependía del arte de
hablar, no de lo que nosotros llamamos "retórica” , sino de lo que
los griegos llamaban rhêtorikê, esto es, del arte de hablar claramente,
con persuasión, de una manera inteligible y, desde luego, con correc
ción, de modo que en primer lugar se expusiera bien la propia cultura