Page 113 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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HERACLES                       117


     gios  en  el  comer,  prodigios  en  el  beber  y  prodigios  más  disparatados
     todavía  en  el  ejercicio  de  otros  apetitos.  Se  le  proponen  las  competi­
     ciones  más  diversas,  y   de  todas  sale  vencedor,  κα λλίνικο ί.  Por  ser
     siempre  καλλίνικος  es  por  lo  que  es  αριστος  άνδρών  ;  se  ha  acreditado
     del  mejor  batiendo  a  todos  sus  contrincantes  en  la  pelea,  el  tiro,  al
     arco,  la  lucha,  la  comida  y   la  bebida  y   otras  competiciones  rústicas
     primitivas.  Hemos  de  observar  también  que  por  ser  καλλίνικος  es
     esencialmente  κωμικός,  no  cómico,  que  sería  γελοίος,  sino  adepto  por
     naturaleza  al  κώμος  o  festín  con  que  se  distinguía  al  vencedor  de  los
     juegos.  Repárese  en  que  no  es  un  guerrero.  Los  ejércitos  que  Apo-
     lodoro  pone  a  sus  órdenes  no  encajan  en  el  cuadro;  son  tan  incon­
     gruentes  como  el  montón  de  armas  con  que  se  carga  al  vagabundo
     solitario  en  el  Aspis  de  Hesíodo:  grebas,  peto,  casco,  lanzas,  carroza
     y   escudo  micénico  además  del  arco  y   la  maza.  El  único  posible  rival
     de  Heracles  como  αριστος  άνδρών  en  la  tradición  poética  era  realmente
     un  guerrero;  me  refiero  a  Aquiles.  Aquiles  era  αριστος  ’ Α χαιώ ν,  era
     el  mejor  en  la  guerra,  el  más  fiero  y   formidable  de  carácter,  el  de
     pies  más  ligeros  y   el  más  hermoso.  Pero,  como  tipo  de  αρετή,  Aquiles
     no  tuvo  mucho  éxito.  Incluso  en  Homero,  el  autor  de  nuestro  texto
     tiene  que  corregirle.  El  poeta  condena  expresamente  por  κακο'ν  y  άεικές
     su  modo  de  tratar  a  Héctor,  y   no  pocas  veces  inclina  del  lado  de
     éste  la  simpatía  del  público.  En  realidad,  sólo  con  su  apasionado
     arrepentimiento  se  consigue  que  Aquiles  se  gane  nuestro  perdón.  En
     los  siglos  V  y   IV,  cuando  la αρετή se  iba  identificando  con  la δικαιοσύνη,
     la  εύσέβεια,  la  σωφροσύνη7  o  las  demás  cualidades  que  hacen  falta  en
     un  ciudadano,  Aquiles  queda  fuera  de  concurso.  En  el  tercer  libro  de
     La  República,  Platón  condena  rotundamente  que  arrastre  el  cadáver
     de  Héctor  en  torno  a  la  tumba  de  Patroclo,  su  in m olación   d e  los
     prisioneros,  sus  “ cualidades  de  mezquindad  y   avaricia  unidas  a  un
     desprecio  arrogante  de  los  dioses  y   los  hombres” .  Hasta  el  derrum ba­
     miento  de  la  vida  cívica  griega  no  volvió  a  surgir  Aquiles  como  el
     ideal  de  Alejandro,  el  joven  Kallinikos,
        Heracles  le  sobrevivió  con  creces.  El  mismo  hecho  de  que  no  fuera
     un  guerrero  fue  lo  que  preparó  el  camino  para  su  ulterior  idealización
      en  tiempos  post-clásicos,  apoyado  por  la  circunstancia  de  que  tampoco

        7   Justicia,  piedad,  templanza.  Cf.  Esq.  Teb.  610,  σώφρων  δίκαιος  αγαθός  ευσε­
      βής  άνήρ.
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