Page 114 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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GRECIA  CLÁSICA  Y  MUNDO  MODERNO


      fuera  ciudadano.  No  es  simplemente  que  matara  a  enemigos  o  sa­
      queara  ciudades:  es  que  no  se  mezcló  en  las  mundanas  y  estrechas
      cuestiones  de  la  vida  política.  Evitó  toda  mancha  del  mundo  y  no
      hizo  otra  cosa  que  ejecutar  grandes  hazañas,  afrontando  peligros  y
      sufriendo  al  servicio  de  su  aldea,  de  la  Hélade,  de  la  humanidad
      entera !  "hizo  suave  la  tierra” ,  εξημέρωσε  γαιαν,  y  acabó  por  ser  el
      gran  salvador,  el  héroe  filántropo,  cosa  en  que  Aquiles  nunca  pensó.
      No  obstante,  cosa  bastante  natural,  una  de  las  primeras  medidas  para
      elevarlo  en  la  escala  social  fue  ponerle  una  armadura  de  hoplita  y
      convertirlo  en  guerrero  dorio,  antepasado  de  los  reyes  espartanos.
         La  hipótesis  obvia,  que  no  veo  razón  especial  para  rechazar,  es
      que  cuando  los  dorios  invasores  pretendían  ser  hijos  de  Heracles  que
      volvían  al  Peloponeso,  trataron  de  justificar  su  usurpación  mediante
      un  pretexto  de  los  corrientes.  Heracles  era  el  gran  héroe  aborigen,
      que  sin  duda  se  asemejaba  en  varios  aspectos  a  algún  objeto  de
      culto  dórico.  Así,  los  invasores  se  presentaron  como  sus  hijos  deste­
      rrados  que  volvían  a  reclamar  lo  que  era  suyo.  Desde  entonces,  H e­
      racles  se  convierte  de  un  modo  característico  en  el  antepasado  de  los
      dorios,  y  en  su  primer  ascenso  se  le  transforma  bastante  zurdamente
      en  una  especie  de  espartano  ideal,  der  echte  dorische  Mann,  como
      dice  Wilamowitz.  Éste  parece  haber  sido  el  papel  que  se  le  hace
      representar  en  las  diversas  Heracleae  o  composiciones  épicas  acerca  de
      Heracles,  pero  dudo  de  que  el  personaje  le  cuadrara  alguna  vez.  Al
      principio  era  demasiado  vocinglero,  plebeyo  y  festivo.  Después  excesi­
      vamente  fue  el  consagrado  a  la  virtud  moral,  que  lucha  por  la  salva­
      ción  del  mundo:  siempre  demasiado  personal  y  demasiado  poco  mi­
      litar.  En  Atenas  parece  que  era  a  menudo  un  protagonista  de  comedia,
      un  hombre  fornido  y  dado  al  placer  que  se  sentía  muy  a  gusto  en
      el  kómos  o  fiesta.  El  drama  satírico  — en  que,  por  supuesto,  era  un
      personaje  favorito—   quizá  le  cuadrara  todavía  mejor.  Había  un  punto
      de  verdaderamente  heroico  en  este  héroe  de  la  fiesta  que  no  sólo  era
      κωμικός, sino  también αθλητής,  καλλίνικος. Lo  vemos  con  bastante  cla­
      ridad  en  Alcestes.
         Dediquemos  unos  momentos  al  Heracles  de  Eurípides  antes  de
      pasar  a  ocuparnos  de  nuestro  tema  principal.  Primero,  Eurípides  pre­
      sentó  a  Heracles  en  la  tragedia  pro-satírica  Alcestes  y  luego,  animado
      por  el  éxito,  lo  elevó  haciéndolo  entrar  en  la  tragedia  propiamente
      dicha,  y  tragedia  de  la  más  excelsa.  No  quiero  decir  que  considere
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