Page 117 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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HERACLES                       121


      generales  su  carácter  tradicional,  modificado  por  obra  de  un  constante
      afeite  convencional.
         “ Después  de  los  trabajos  y  de  matar  a  sus  hijos,  Heracles  volvió
      a  Tebas,  dio  Mégara  a  Jolao  y  deseando  encontrar  esposa,  tuvo  noti­
      cia  de  que  Eurito,  rey  de  Ecalia,  había  proclamado  que  daría  en
      premio  la  mano  de  su  hija  Yola  al  que  le  venciera  a  él  y  a  sus
      hijos  en  el  manejo  del  arco.  Heracles  fue  a  Ecalia  y  los  venció  en
      el  manejo  del  arco,  pero  no  le  entregaron  la  esposa.  Ifito,  el  hijo
      mayor,  instó  a  que  le  dieran  a  Yola,  pero  Eurito  y  los  demás  se
      negaron.  Poco  después,  Autólico  robó  algunos  bueyes  de  Eubea,  y
      Eurito  sospechó  que  el  ladrón  había  sido  Heracles.  Ifito  no  lo  creyó
      así  y  fue  a  ver  a  Heracles...  pidiéndole  que  le  ayudara  a  buscar  el
      ganado.  Heracles  asintió  y  dio  hospitalidad  a  Ifito,  pero,  en  un  se­
      gundo  acceso  de  ira,  lo  arrojó   por las  murallas  de  T  ir into” 8.
         Más  adelante  se  nos  dice:

         “ Habiéndose  trasladado  a  Calidonia,  Heracles  cortejó  a  la  hija
      de  Eneo,  Deyanira,  y  por  conseguir  su  mano  luchó  con  el  río  Aque-
      loo,  que  había  adoptado  la  forma  de  toro...  Así  consiguió  a  Deya­
      nira.”
         Posteriormente  tiene  que  ir  a  Traquina  para  purificarse  de  un
      homicidio.

         “ Llevando  consigo  a  Deyanira  llegó  al  río  Eveno,  donde  el  cen­
      tauro  Neso  transportaba  por  dinero  a  los  viajeros  de  una  orilla  a
      otra.  ...Heracles  cruzó  el  río  a  nado  y  confió  Deyanira  a  Neso,  el
      cual  trató  de  forzarla  a  mitad   de la  travesía. Heracles  oyó  el  grito
      y  disparó  una  flecha  a  Neso  en  el  corazón  al llegar  a  la  orilla.  Éste,
      sintiendo  que  su  muerte  se  acercaba,  llamó  a  Deyanira  y  la  invitó
      a  que  si  quería  poseer  un  filtro  para  tener  seguro  el  amor  de  Hera­
      cles  hiciera  una  cierta  mezcla  con  la  sangre  que  manaba  de  la
      herida  abierta  por  el  dardo.  Y  así  lo  hizo  ella,  conservando  consigo
      el  filtro” 9.



         8  II,  127-9.
         9  II,  152.
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