Page 159 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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TEOPOMPO
La mayoría de los filósofos salen malparados de sus manos, casi
tanto como los hombres de Estado, “ Sólo Antístenes", dice Diógenes
Laercio, “ es alabado por Teopompo. Dice que tenía un poder extra
ordinario y que era capaz de convertir (υπαγαγέσθαι) a cualquiera con
el armonioso fluir de su argumentación.” ¿Convirtió, pues, a Teo
pompo? Quizá no de un modo total, pero incluso concediendo que
no era más que natural que un intelectual jonio derrotado pensara
que el mundo en general iba por mal camino — como desde luego
lo iba— y que, por tanto, compartiera el general sentir pesimista de
los discípulos de Sócrates, en Teopompo encontraremos aquí y allá
no pocos rasgos que parecen características personales de Antístenes.
Acerca de Platón, por ejemplo, dice Teopompo : “ Sus diálagos son
todos inútiles y falsos, y la mayoría no son suyos. Algunos proceden
de las diatribas de Arístipo ; otros de Antístenes y muchos también
de Brison de Heraclea” 3. Antístenes había dicho que le hacía sentirse
como un rey ser injuriado por Platón por hacer bien. Otra vez, viendo
un caballo que resoplaba y daba cabriolas de un modo absurdo, dijo
que comprendía el amor de Platón a los caballos, pues Platón era
punto por punto como aquel caballo. Oyendo que Platón había estado
enfermo, preguntó si había evacuado su presunción. Parece, pues,
evidente que los dos escritores compartían un fuerte prejuicio y la
afición al modo cínico de hablar sin ambages.
Por lo que respecta a los atenienses en general hace Antístenes
algunos comentarios acerbos. Cuando aquéllos se jactaban de que, a
distinción de la mayoría de los griegos, eran autóctonos, oriundos
de la tierra, replicaba: “ Igual que los caracoles y las langostas”
(αττέλεβοι). Por lo que atañe a su sistema democrático, les aconsejaba
que votaran por que los asnos fueran caballos, cosa nada difícil tenien
do en cuenta la clase de individuos que nombraban generales. Dejó
atrás a Lord Acton en su parecer sobre la dificultad o imposibilidad
de que un gran hombre sea un hombre bueno. Tales personas son
propensas a tener “ tal pobreza de alma” que les hace ser insaciables
y estar dispuestas a cometer cualquier delito en su ambición de
poder y de riquezas4. No es necesario extenderse sobre el desprecio
del cínico por la riqueza y por la fama mundana, o sobre el lenguaje
3 Fr. 259.
4 Jenof., Banquete, IV. 34 ss.