Page 154 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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      ponderación.  Contribuyó  a  poner  los  cimientos  de  aquel  inestimable
      vehículo  de  civilización,  la  Koiné  Dialektos,  con  la  cual,  a  costa  de
      hacerse  facilona.  chata,  ordinaria  y  un  tanto  desmayada,  la  lengua
      griega  de  la  época  helenística  evangelizó  a  todo  el  mundo  medite­
      rráneo.
         Tenía  siempre  razón,  y  tenía  de  sí  mismo  una  alta  opinión,
      opinión  justificada,  cosa  que,  naturalmente,  hace  de  él  un  escritor
      irritante.  Era  hombre  de  letras,  moralista  y  educador  con  conciencia
      de  casta.  Como  todos  los  especialistas  en  asuntos  públicos,  siempre
      está  diciéndole  a  la  gente  lo  que  debiera  hacer  y  cómo  debiera  ha­
      cerlo,  pero  pocas  veces  haciendo  él  mismo  algo  muy  notable.
         Creo,  sin  embargo,  que  es  inducir  por  completo  a  error  decir  que
      corrompió  la  historia  con  la  retórica.  Al  contrario,  cabe  mantener  con
      fundamento  que  reformó  el  estudio  de  la  historia  y  que  — como  de
      costumbre—   casi  todas  sus  reformas  fueron  acertadas.  Deduzco  sus
      principios  de  la  obra  de  sus  discípulos,  sobre  todo  la  de  Éforo  y
      Teopompo.
         1.  Comprendió  que  la  historia  debe  ser  universal  y   no  local.
      Para  un  filósofo,  la  gran  aventura  de  la  humanidad  es  realmente  una,
      y,  además,  no  empeñándose  en  esa  doctrina  un  tanto  elevada  no  se
      puede  entender  prácticamente  el  curso  de  la  política  de  una  nación
      sin  conocer  el  efecto  ejercido  por  sus  vecinas  sobre  ella.  Éforo  tituló
      su  gran  obra  ιστορία  κοινών  πράξεων,  “ Examen  de  las  comunes  fortu­
      nas” ,  o  sea  de  cómo  nos  ha  ido  a  todos  los  humanos.  Es  una  gran
      idea,  y  el  efecto  por  ella  ejercido  puede  apreciarse  en  la  hermosa
      introducción  a  la  Historia  de  Diodoro  de  Sicilia.
         2.  Como  Aristóteles,  comprendió  que  la  historia  debe  ser  la
      relación  de  toda  la  praxis  o  experiencia  del  hombre  en  este  mundo,  y
      no  simplemente  una  relación  de  guerras  o  aun  de  grandes  hazañas.
      En  tiempos  posteriores  circulaba  una  historia  especial  de  los  inventos
      humanos  bajo  el  nombre  de  Éforo,  y  parece  que  no  era  un  tratado
      aparte,  sino  una  serie  de  pasajes  sacados  de  su  historia  general.
         3.  Las  crónicas  de  Grecia  estaban  enraizadas  en  un  cúmulo  inex­
      tricable  de  mitos  y  leyendas  imposibles  de  verificar,  que  autores  ante­
      riores  habían  tratado  en  vano  de  armonizar  o  de  reducir  a  razón.
      Audazmente,  la  escuela  de  ísócrates  los  suprimió.  Éforo  no  concedió
      crédito  alguno  a  ninguna  tradición  que  fuera  anterior  al  retomo  de
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