Page 152 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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VIII. — TEOPOMPO,  O  EL  CÍNICO  COMO
                           HISTORIADOR








          A  historia  es  la  más  mundana  de  las  musas.  Respeta  tanto  a  las
      L personae,  le  impone  tanto  el  éxito,  se conforma  tan fácilmente  con
      medir  los  valores  de  la  vida  por  patrones  convencionales  como  terri­
      torio,  riqueza  y  población,  que  por  esta  misma  razón  provoca  varias
      formas  de  paracharaxis,  que  en  su  mayoría  son  efímeras.  No  me
      refiero  a  simples  diferencias  partidistas  de  opinión  en  punto  a  política
      o  a  individuos,  a  que  a  un  historiador  le  guste  la  Reforma  y  otro
      la  deteste,  o  cosa  parecida;  me  refiero  a  una  verdadera  diferencia
      en  la  valoración.  Por  ejemplo,  Herodoto  atribuye  el  hecho  de  escribir
      su  historia  al  deseo  “ de  que  no  queden  sin  celebrar  las  grandes  y
      prodigiosas  hazañas  realizadas  tanto  por  los  griegos  como  por  los
      bárbaros” ;  Gibbon,  en  cambio,  dice  que  "la  historia”  — la  suya  in­
      clusive—   “ es  poco  menos  que  una  relación  de  los  crímenes,  las  locu­
      ras  y  las  desdichas  de  la  humanidad” .  Sin  embargo,  los  dos  definen
      exactamente  las  mismas  cosas.  Es  la  diferencia  que  hay  entre  Plu­
      tarco,  con  su  piadosa  y  sana  admiración  por  los  grandes  hombres,  y,
      por  ejemplo,  el  epitafio  de  Teufelsdrökh  sobre  su  entorchado  conde
      alemán,  de  alcurnia  increíblemente  elevada,  que  plumbo  confecit  tan­
      tos  y  cuantos  millares  de  perdices  e  in  stercus  convertit  tantos  y
      cuantos  millares  de  quintales  de  carne  de  distintos  cuadrúpedos,  bas­
      tante  más  atractivos  que  él.
         No  es  mi  deseo  extenderme  sobre  los  cambios  que  experimenta
      el  foco  de  la  atención  entre  los  primeros  historiadores  griegos,  sobre
      cómo  Herodoto,  siguiendo  a  Hecateo,  empieza  interesándose  por  paí-
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