Page 155 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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los heráclidas. Aquello no era retórica, sino crítica valiente. La simple
retórica se hubiera extendido en mitos y leyendas.
4. Desde sus primeros tiempos, la historiografía griega había
hecho hincapié en la importancia de la exactitud en el dato geográ
fico, pero la escuela de Isócrates la acentuó todavía más. A lo largo
de sus treinta libros, Éforo puso un excurso geográfico siempre que
era menester, y nunca dejaba de explicar la parte geográfica. Teopom-
po afirma que se personó en todas las ciudades y lugares de reunión
importantes del mundo griego. Y los dos historiadores son citados
por escritores posteriores como autoridades en materia de geografía.
Esto, una vez más, es historia científica y no “ retórica” .
5. A sus discípulos se les echa en cara que se sirvieran de dis
cursos ficticios. Pero, ¿qué iban a hacer? Tucídides, maestro máximo
de la historia, había consagrado especiales esfuerzos a los discursos
que ponía en boca de sus personajes. De ellos se servía no para
conseguir efectos de elocuencia, sino para explicar situaciones políticas
o exponer la finalidad que perseguían movimientos nacionales. Y así
lo hizo, como todo el mundo admite, con gran éxito. Los discípulos
de Isócrates siguieron su ejemplo. No se conserva ninguno de sus
discursos, de modo que no podemos decir cuál era su calidad o su
importunidad! sin embargo, para conseguir el mismo fin de un modo
más legítimo, los isocráticos parece que empezaban cada uno de sus
libros con un comentario más o menos filosófico sobre la historia que
relataban. Éforo antepone un "proemio” a cada uno de sus libros.
6. No podemos poner muy en claro sus métodos de investiga
ción, pero Éforo era famoso por sus vastas lecturas y sus indagaciones
minuciosas ; Teopompo, por su parte, se pasó toda la vida viajando
para componer su gran historia contemporánea, sus Philippica.
7. Por último, Isócrates hacía sin duda hincapié en la rhêtonkê:
la historia ha de escribirse: con claridad, distinción e interés, de modo
que el hombre corriente pueda entender lo que se quiere decir, y
de ninguna manera como Tucídides. Había que escribirla en ático,
porque el ático iba convirtiéndose en la lengua común ; pero había
de ser ático fácil, que se comprendiera en todo el mundo griego.
No se empeñaba en la viveza de colorido : los críticos modernos en
cuentran gris todo su modo de escribir. Pero, en cambio, sí insistía
en la eufonía y la simetría, y probablemente también en la pureza de
dicción. De ser así, Teopompo al menos desobedeció a su maestro ;