Page 166 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
P. 166
1 7 0 GRECIA CLÁSICA Y MUNDO MODERNO
Dios lo juzgará; ¿por qué habría de juzgarlo» todo aquel que no
sea estúpido, por cosas tan triviales como el éxito o el fracaso en el
mundo?
Es reconfortante ■ si es lícito que atendamos a un sentimiento
—
tan poco elevado— ver que, a veces, Teopompo también es capaz
de demostrar una estima más real y menos dogmática del carácter,
Tiene palabras de vivo elogio a la templanza y moderación inque
brantables de un gran conquistador espartano, Lisandro, y una sem
blanza de no poco encanto que dedica a otra figura, la de Agesilao 19,
"Cuando llegó a Egipto, los principales generales y funcionarios
del rey acudieron inmediatamente a la nave a rendirle homenaje...
Entre todos los egipcios había gran entusiasmo y expectación por el
renombre y fama de Agesilao, y acudieron en muchedumbre a pre
senciar el espectáculo. No encontraron ni magnificencia ni estado
mayor, sino sólo un señor viejo, pequeño, nada impresionante, recli
nado en un hierbal próximo a la playa y envuelto en una basta capa
de calidad inferior. De la multitud empezó a apoderarse un senti
miento de mofa y burla. ...Todavía más les sorprendió su extraño
comportamiento cuando se le ofrecieron los reales presentes. Agesilao
aceptó el trigo y las terneras y los gansos, pero los manjáres exquisi
tos y los dulces y los perfumes los puso a un lado. Después, cuando
los enviados del rey se empeñaron en que los aceptara, mandó que
se repartieran entre los ilotas. Sin embargo, [dice Teopompo], le
agradó el papiro empleado para las guirnaldas, por lo lisas y limpias
que resultaban las coronas con él hechas, y al marcharse pidió al
rey que le proporcionara papiro, cosa que el rey hizo.”
El relato podría estar tomado de una diatribé cínica.
Otra vez hace un interesante retrato de un gran señor ateniense 20 :
“ Cimón de Atenas solía no poner ningún guardián en sus campos
o huertos. Todo ciudadano que así lo deseara podía entrar en ellos y
coger la fruta y llevarse de ellos lo que quisiera. Su casa también
estaba abierta a todos. Siempre tenía dispuesta comida sencilla para
gran número de personas, y había ciudadanos pobres que solían
19 Fr. 107, cf. 22 (22a, b, d H),
20 Fr. 89 (89 H).