Page 30 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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34 GRECIA CLÁSICA Y MUNDO MODERNO
ha de leerse en silencio para sí mismo, y sólo en casos excepcionales
debe leerse en alta voz a otras personas, Para los antiguos, en cambio,
significaba todo lo contrario : el recitado era lo normal ; la excepción,
la lectura individual.
Ésta sólo es una de las muchas diferencias a que ha dado lugar
la invención de la imprenta, Al ocupamos de la literatura antigua,
una de nuestras primeras dificultades consiste en desasirnos del in
flujo que sobre nuestra imaginación ejerce el libro impreso. Los libros
de que hoy nos servimos podrán estar escritos en inglés o en latín o
en griego, pero en general todos tienen el mismo historial. Primero se
han escrito y corregido ; luego se han compuesto en caracteres de
imprenta, se han corregido al menos dos veces y, por último, se e
han impreso en una fecha determinada y en centenares o miles de
ejemplares idénticos que normalmente llevan el nombre del autor en
la portada. Al menos en esa edición el texto es uniforme y definitivo.
Las páginas van numeradas, de modo que la consulta es fácil, y si el
lector no ha comprendido algo puede volver sobre el particular sin
dificultad alguna. El plagio se comprueba con facilidad y la propie
dad literaria está amparada categóricamente por la ley.
Ninguna de estas circunstancias se daban antes de la invención
de la imprenta. Es cierto que unos cuantos libros eran copiados por
varios amanuenses hábiles al dictado de un lector. Pero eran conta-
dísimas las obras a las que se hacía objeto de tal elaboración; e!
número de ejemplares de una edición raramente alcanzaba números
de dos cifras en la Grecia clásica o las centenas en la Roma imperial.
Pero, aun así, por haber diferencias en punto a escrupulosidad o agu
deza de oído entre los escribas, cada ejemplar difería de los demás
en pequeños detalles, En general, la copia de cada libro era en sí
una empresa especial, y cuando la exactitud importaba, el estudioso
prefería copiarse él mismo su Homero o la determinada tragedia o
tratado filosófico que le interesara. Éste es el método que, según se
nos dice, se seguía en los siglos IV y m a. f. C., cuando ya existía un
público lector estable; pero en los comienzos de la literatura griega,
las cosas estaban muy lejos de haber progresado tanto.
Es lícito suponer que hasta fines del siglo vi a. J. C., en la mayor
parte del territorio de la Hélade no había público lector. Lo que
nosotros llamamos literatura aún era puramente oral; era literatura
“ dicha” , no escrita. Existía un logos, y los dotados podían expresarlo