Page 32 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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     pides  compuso  su  Electra5,  donde  lo  empleó  consiguiendo  un  hermoso
     efecto  psicológico.
        Durante  muchos  siglos  después  de  que  la  gente  instruida  supiera
     escribir,  la  literatura  siguió  siendo  oral,  siguió  siendo  algo  que  había
     que  representar  y  oir.  Un  libro  no  era  una  cosa  que  había  que  dar
     al  público.  Constituía  el  arsenal  privado  del  rapsoda  p  del  narrador
     profesional.  Había  que  tenerlo  apartado  del  público,  y,  sobre  todo,
     a  buen  recaudo  de  los  competidores  profesionales.  De  este  modo,
     y  en  tanto  se  mantuviese  en  secreto,  representaba  una  especie  de
     “ copyright”  en  exclusiva.  Se  nos  dice  que  uno  de  los  manuscritos
     “ de  Homero”  constituyó  la  dote  de  su  hija;  era  la  Cypria,  Otro,
     la  Toma  de  Ecalia,  fue  legado  a  su  heredero6.  Por  lo  que  a  algunos
     bardos  y  trovadores  del  medievo  se  refiere,  nos  son  conocidos  casos
     análogos,  aunque  con  mayor  detalle.
        Un  libro  destinado  al  uso  exclusivo  de  su  propietario  había  de
     ser  bien  distinto  de  una  obra  destinada  al  público.  En  primer  lugar,  el
     propietario  no  necesitaba  tomarse  la  molestia  de  escribir  la  obra  entera,
     porque  le  bastaba  un  texto  que  le  sirviera  para  recitar  o  para  refrescar
     la  memoria;  probablemente  podría  recordar  e  improvisar  la  mayor
     parte  de  lo  que  recitaba.  Y ,  en  segundo  lugar,  de  ningún  modo  quería
     que  su  libro  resultara  inteligible  para  el  primero  que  se  apoderase  de
     él.  Yo  creo  que  tal  vez  sea  ésta  una  de  las  razones  por  las  que  en  la
     antigüedad  o  en  la  Edad  Media,  el  “ hombre  docto”  suele  ir  acompa­
     ñado  de  un  discípulo.  Al  discípulo  se  le  mostraba  el  libro  del  maestro
     y,  como  privilegio,  se  le  enseñaba  a  leerlo,  cosa  que  sin  la  ayuda
     directa  del  maestro  nunca  hubiera  podido  lograr.
        Tratándose  de  poemas  más  breves  y,  por  supuesto,  de  relatos
     como  los  que  encontramos  en  Herodoto,  debió  de  ser  prácticamente
     imposible  que  el  autor  conservase  la  exclusiva.  Una  canción  que  se
     cantara  en  un  banquete  o  un  relato  que  se  refiriera  en  un  panegyris
     no  tardarían  en  ser  recordados  más  o  menos  exactamente  por  algunos
     de  los  presentes.  Si  los  oyentes  poseían  mayor  capacidad  retentiva,
     hasta  podrían  recordar  poemas  más  extensos  y  copiarlos  con  altera­
     ciones,  como  parece  que  ocurrió  en  el  caso  de  algunas  comedias  de
        5  412  a.  J.  C.
        6  Sobre  la  dote  véase  Pínd.  fr.  280  (Eliano,  V  at.  Hist,,  IX,  15),  Su  hija  se
     casa  con  Estasino  de  Chipre  (Vita.  III).  Creófilo  hereda  Οϊχαλίας  "Αλωσις  (Vita
     VII).  Sobre  los  bardos  medievales,  véase  Rise  of  the  Greek  Epic,  pág.  96.
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