Page 94 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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      bien  el  más  terrible  poder  emocional  y  artístico.  Pero  sí  debo  subrayar
      con  fuerza  que  en  toda  la  historia  literaria  antigua  hay  mucho  de
      selección  y  de  idealización,  un  esforzarse  en  aras  de  τό  καλόν  que  la
      hace  salirse  de la  esfera  del  simple  hecho  de  que  se  deja  constancia,  ¿Se
      quiere  un  ejemplo,  un  ejemplo  tosco?  Recuérdese  el  hecho  de  que,  en
      su  obra  acabada,  casi  todos  los  historiadores  antiguos  se  niegan  a  repro­
      ducir  los  documentos  y  discursos  con  las  palabras  con  que  realmente
      fueron  escritos  y  pronunciados,  y  con  toda  intención  vuelven  a  compo­
      nerlos  de  modo  que  armonicen  con  el  estilo  y  el  tenor  de  su  propia
      obra.  Barber  ha  dado  una  explicación  convincente  del  hecho  de  que  la
      literatura  en  prosa  de  la  época  helenística  haya  desaparecido  casi  por
      completo:  es  que  no  tenia  o  no  parecía  tener  belleza  suficiente  para
      mantenerla  viva.
         Considerada  en  conjunto,  la  literatura  antigua  da,  pues,  mucho
      más  del  καλόν  que  del  αναγκαΐον.  Esto  hace  que  la  tradición  resulte
      un  tanto  unilateral,  y  explica  el  extraordinario  interés  que  sentimos
      por  esas  contadas  obras  que  pertenecen  a  la  otra  tendencia,  las  obras
      no  elevadas,  no  idealizadas  y  que  presentan  el  sello  de  lo  cotidiano.
      Por  eso  nos  interesa  el  pasaje  del  viejo  oligarca  sobre  “ La  Consti­
      tución  de  Atenas”   y  sus  comentarios  sobre  el  voto  del  hospedero  y
      el  voto  del  cochero:  por  eso  nos  deleitamos  con  los  fragmentos  de
      historia  familiar  que  pueden  sacarse  de  Aristófanes  (aunque  claro  está
      que  Aristófanes  buscaba  lo  καλόν  tanto  como  cualquier  otro  artista,
      sólo  que  en  su  obra  adoptaba  la  forma  cómica);  por  eso  acogemos
      con  gratitud  los  papiros  no  literarios  e  incluso  a  un  “ hijo  del  fango”
      como  Herondas.  Estas  cosas  contribuyen  a  completar  nuestros  cono­
      cimientos  históricos  y  a  darles  vida.  En  cambio,  subsiste  siempre  el
      hecho  de  que  no  son  valiosas  por  sí  mismas,  sino  sólo  άλλου  ενεκα,
      “ por  otra  cosa",  en  último  término  por  esa  literatura  muy  selecta  e
      idealizada  contra  la  cual  están  en  rebelión  consciente.
         Estas  dos  cualidades,  el  carácter  completo  y  explícito  de  la  tradi­
      ción  literaria  y  su  cultivo  de  τό  καλο'ν,  han  de  contraponerse  a  una
      inferioridad  manifiesta  que  le  es  propia  frente  a  los  testimonios  ar­
      queológicos.  Es  más  rica,  pero  es  menos  de  fiar,  Las  monedas  y  aun
      las  inscripciones  pueden  falsificarse,  pero  una  vez  hemos  conseguido
      efectivamente  una  inscripción  o  una  moneda  de  la  época,  los  datos
      que  nos  proporcionan  son  definitivos.  Hasta  en  cuestiones  de  lenguaje
      ocurre  otro  tanto.  La  mayor  parte  de  nuestro  conocimiento  de  las
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