Page 113 - Orgullo y prejuicio
P. 113
verte si no te casas con Collins, y yo no quiero volver a verte si te casas con
él.
Elizabeth no pudo menos que sonreír ante semejante comienzo; pero la
señora Bennet, que estaba convencida de que su marido abogaría en favor
de aquella boda, se quedó decepcionada.
––¿Qué significa, señor Bennet, ese modo de hablar? Me habías
prometido que la obligarías a casarse con el señor Collins.
––Querida mía ––contestó su marido––, tengo que pedirte dos pequeños
favores: primero, que me dejes usar libremente mi entendimiento en este
asunto, y segundo, que me dejes disfrutar solo de mi biblioteca en cuanto
puedas.
Sin embargo, la señora Bennet, a pesar de la decepción que se había
llevado con su marido, ni aun así se dio por vencida. Habló a Elizabeth una
y otra vez, halagándola y amenazándola alternativamente. Trató de que Jane
se pusiese de su parte; pero Jane, con toda la suavidad posible, prefirió no
meterse. Elizabeth, unas veces con verdadera seriedad, y otras en broma,
replicó a sus ataques; y aunque cambió de humor, su determinación
permaneció inquebrantable.
Collins, mientras tanto, meditaba en silencio todo lo que había pasado.
Tenía demasiado buen concepto de sí mismo para comprender qué motivos
podría tener su prima para rechazarle, y, aunque herido en su amor propio,
no sufría lo más mínimo. Su interés por su prima era meramente
imaginario; la posibilidad de que fuera merecedora de los reproches de su
madre, evitaba que él sintiese algún pesar.
Mientras reinaba en la familia esta confusión, llegó Charlotte Lucas que
venía a pasar el día con ellos. Se encontró con Lydia en el vestíbulo, que
corrió hacia ella para contarle en voz baja lo que estaba pasando.
––¡Me alegro de que hayas venido, porque hay un jaleo aquí...! ¿Qué
crees que ha pasado esta mañana? El señor Collins se ha declarado a
Elizabeth y ella le ha dado calabazas.
Antes de que Charlotte hubiese tenido tiempo para contestar, apareció
Kitty, que venía a darle la misma noticia. Y en cuanto entraron en el
comedor, donde estaba sola la señora Bennet, ella también empezó a