Page 171 - Orgullo y prejuicio
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atrajeron la atención de lady Catherine y de Darcy. Este último les había
mirado ya varias veces con curiosidad. Su Señoría participó al poco rato del
mismo sentimiento, y se vio claramente, porque no vaciló en preguntar:
––¿Qué estás diciendo, Fitzwilliam? ¿De qué hablas? ¿Qué le dices a la
señorita Bennet? Déjame oírlo.
––Hablamos de música, señora ––declaró el coronel cuando vio que no
podía evitar la respuesta.
––¡De música! Pues hágame el favor de hablar en voz alta. De todos los
temas de conversación es el que más me agrada. Tengo que tomar parte en
la conversación si están ustedes hablando de música. Creo que hay pocas
personas en Inglaterra más aficionadas a la música que yo o que posean
mejor gusto natural. Si hubiese estudiado, habría resultado una gran
discípula. Lo mismo le pasaría a Anne si su salud se lo permitiese; estoy
segura de que habría tocado deliciosamente. ¿Cómo va Georgiana, Darcy?
Darcy hizo un cordial elogio de lo adelantada que iba su hermana.
––Me alegro mucho de que me des tan buenas noticias ––dijo lady
Catherine––, y te ruego que le digas de mi parte que si no practica mucho,
no mejorará nada.
––Le aseguro que no necesita que se lo advierta. Practica
constantemente.
––Mejor. Eso nunca está de más; y la próxima vez que le escriba le
encargaré que no lo descuide. Con frecuencia les digo a las jovencitas que
en música no se consigue nada sin una práctica constante. Muchas veces le
he dicho a la señorita Bennet que nunca tocará verdaderamente bien si no
practica más; y aunque la señora Collins no tiene piano, la señorita Bennet
será muy bien acogida, como le he dicho a menudo, si viene a Rosings
todos los días para tocar el piano en el cuarto de la señora Jenkinson. En esa
parte de la casa no molestará a nadie.
Darcy pareció un poco avergonzado de la mala educación de su tía, y no
contestó.
Cuando acabaron de tomar el café, el coronel Fitzwilliam recordó a
Elizabeth que le había prometido tocar, y la joven se sentó en seguida al
piano. El coronel puso su silla a su lado. Lady Catherine escuchó la mitad