Page 183 - Orgullo y prejuicio
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––¿Lo cuida? Sí, realmente, creo que lo cuida precisamente en lo que
mayores cuidados requiere. Por algo que me contó cuando veníamos hacia
aquí, presumo que Bingley le debe mucho. Pero debo pedirle que me
perdone, porque no tengo derecho a suponer que Bingley fuese la persona a
quien Darcy se refería. Son sólo conjeturas.
––¿Qué quiere decir?
––Es una cosa que Darcy no quisiera que se divulgase, pues si llegase a
oídos de la familia de la dama, resultaría muy desagradable.
No se preocupe, no lo divulgaré.
––Tenga usted en cuenta que carezco de pruebas para suponer que se
trata de Bingley. Lo que Darcy me dijo es que se alegraba de haber librado
hace poco a un amigo de cierto casamiento muy imprudente; pero no citó
nombres ni detalles, y yo sospeché que el amigo era Bingley sólo porque
me parece un joven muy a propósito para semejante caso, y porque sé que
estuvieron juntos todo el verano.
––¿Le dijo a usted el señor Darcy las razones que tuvo para inmiscuirse
en el asunto?
––Yo entendí que había algunas objeciones de peso en contra de la
señorita.
––¿Y qué artes usó para separarles?
––No habló de sus artimañas ––dijo Fitzwilliam sonriendo––. Sólo me
contó lo que acabo de decirle.
Elizabeth no hizo ningún comentario y siguió caminando con el corazón
henchido de indignación. Después de observarla un poco, Fitzwilliam le
preguntó por qué estaba tan pensativa.
––Estoy pensando en lo que usted me ha dicho ––respondió
Elizabeth––. La conducta de su primo no me parece nada bien. ¿Por qué
tenía que ser él el juez?
––¿Quiere decir que su intervención fue indiscreta? ––No veo qué
derecho puede tener el señor Darcy para decidir sobre una inclinación de su
amigo y por qué haya de ser él el que dirija y determine, a su juicio, de qué
modo ha de ser su amigo feliz. Pero ––continuó, reportándose––, no