Page 197 - Orgullo y prejuicio
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Cambridge, pues su padre, constantemente empobrecido por las
extravagancias de su mujer, no habría podido darle la educación de
un caballero. Mi padre no sólo gustaba de la compañía del
muchacho, que era siempre muy zalamero, sino que formó de él el
más alto juicio y creyó que la Iglesia podría ser su profesión, por lo
que procuró proporcionarle los medios para ello. Yo, en cambio,
hace muchos años que empecé a tener de Wickham una idea muy
diferente. La propensión a vicios y la falta de principios que
cuidaba de ocultar a su mejor amigo, no pudieron escapar a la
observación de un muchacho casi de su misma edad que tenía
ocasión de sorprenderle en momentos de descuido que el señor
Darcy no veía. Ahora tendré que apenarla de nuevo hasta un grado
que sólo usted puede calcular, pero cualesquiera que sean los
sentimientos que el señor Wickham haya despertado en usted, esta
sospecha no me impedirá desenmascararle, sino, al contrario, será
para mí un aliciente más.
Mi excelente padre murió hace cinco años, y su afecto por el
señor Wickham siguió tan constante hasta el fin, que en su
testamento me recomendó que le apoyase del mejor modo que su
profesión lo consintiera; si se ordenaba sacerdote, mi padre
deseaba que se le otorgase un beneficio capaz de sustentar a una
familia, a la primera vacante. También le legaba mil libras. El
padre de Wickham no sobrevivió mucho al mío. Y medio año
después de su muerte, el joven Wickham me escribió informándome
que por fin había resuelto no ordenarse, y que, a cambio del
beneficio que no había de disfrutar, esperaba que yo le diese alguna
ventaja pecuniaria más inmediata. Añadía que pensaba seguir la
carrera de Derecho, y que debía hacerme cargo de que los intereses
de mil libras no podían bastarle para ello. Más que creerle sincero,
yo deseaba que lo fuese; pero de todos modos accedí a su
proposición. Sabía que el señor Wickham no estaba capacitado para
ser clérigo; así que arreglé el asunto. Él renunció a toda pretensión
de ayuda en lo referente a la profesión sacerdotal, aunque pudiese