Page 198 - Orgullo y prejuicio
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verse  en  el  caso  de  tener  que  adoptarla,  y  aceptó  tres  mil  libras.

                     Todo parecía zanjado entre nosotros. Yo tenía muy mal concepto de
                     él para invitarle a Pemberley o admitir su compañía en la capital.
                     Creo  que  vivió  casi  siempre  en  Londres,  pero  sus  estudios  de

                     Derecho no fueron más que un pretexto y como no había nada que
                     le sujetase, se entregó libremente al ocio y a la disipación. Estuve

                     tres años sin saber casi nada de él, pero a la muerte del poseedor de
                     la  rectoría  que  se  le  había  destinado,  me  mandó  una  carta

                     pidiéndome  que  se  la  otorgara.  Me  decía,  y  no  me  era  difícil
                     creerlo,  que  se  hallaba  en  muy  mala  situación,  opinaba  que  la

                     carrera  de  derecho  no  era  rentable,  y  que  estaba  completamente
                     decidido a ordenarse si yo le concedía la rectoría en cuestión, cosa
                     que no dudaba que haría, pues sabía que no disponía de nadie más

                     para ocuparla y por otra parte no podría olvidar los deseos de mi
                     venerable padre. Creo que no podrá usted censurarme por haberme

                     negado  a  complacer  esta  demanda  e  impedir  que  se  repitiese.  El
                     resentimiento de Wickham fue proporcional a lo calamitoso de sus

                     circunstancias, y sin duda habló de mí ante la gente con la misma
                     violencia  con  que  me  injurió  directamente.  Después  de  esto,  se

                     rompió todo tipo de relación entre él y yo. Ignoro cómo vivió. Pero
                     el último verano tuve de él noticias muy desagradables.
                         Tengo que referirle a usted algo, ahora, que yo mismo querría

                     olvidar  y  que  ninguna  otra  circunstancia  que  la  presente  podría
                     inducirme  a  desvelar  a  ningún  ser  humano.  No  dudo  que  me

                     guardará usted el secreto. Mi hermana, que tiene diez años menos
                     que yo, quedó bajo la custodia del sobrino de mi madre, el coronel

                     Fitzwilliam  y  la  mía.  Hace  aproximadamente  un  año  salió  del
                     colegio  y  se  instaló  en  Londres.  El  verano  pasado  fue  con  su

                     institutriz  a  Ramsgate,  adonde  fue  también  el  señor  Wickham
                     expresamente,  con  toda  seguridad,  pues  luego  supimos  que  la
                     señora  Younge  y  él  habían  estado  en  contacto.  Nos  habíamos

                     engañado, por desgracia, sobre el modo de ser de la institutriz. Con
                     la  complicidad  y  ayuda  de  ésta,  Wickham  se  dedicó  a  seducir  a
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