Page 199 - Orgullo y prejuicio
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Georgiana, cuyo afectuoso corazón se impresionó fuertemente con
sus atenciones; era sólo una niña y creyendo estar enamorada
consintió en fugarse. No tenía entonces más que quince años, lo
cual le sirve de excusa. Después de haber confesado su
imprudencia, tengo la satisfacción de añadir que supe aquel
proyecto por ella misma. Fui a Ramsgate y les sorprendí un día o
dos antes de la planeada fuga, y entonces Georgiana, incapaz de
afligir y de ofender a su hermano a quien casi quería como a un
padre, me lo contó todo. Puede usted imaginar cómo me sentí y
cómo actué. Por consideración al honor y a los sentimientos de mi
hermana, no di un escándalo público, pero escribí al señor
Wickham, quien se marchó inmediatamente. La señora Younge,
como es natural, fue despedida en el acto. El principal objetivo del
señor Wickham era, indudablemente, la fortuna de mi hermana, que
asciende a treinta mil libras, pero no puedo dejar de sospechar que
su deseo de vengarse de mí entraba también en su propósito.
Realmente habría sido una venganza completa.
Ésta es, señorita, la fiel narración de lo ocurrido entre él y yo; y
si no la rechaza usted como absolutamente falsa, espero que en
adelante me retire la acusación de haberme portado cruelmente con
el señor Wickham. No sé de qué modo ni con qué falsedad la habrá
embaucado; pero no hay que extrañarse de que lo haya conseguido,
pues ignoraba usted todas estas cuestiones. Le era imposible
averiguarlas y no se sentía inclinada a sospecharlas.
Puede que se pregunte por qué no se lo conté todo anoche, pero
entonces no era dueño de mí mismo y no sabía qué podía o debía
revelarle. Sobre la verdad de todo lo que le he narrado, puedo
apelar al testimonio del coronel Fitzwilliam, quien, por nuestro
estrecho parentesco y constante trato, y aún más por ser uno de los
albaceas del testamento de mi padre, ha tenido que enterarse
forzosamente de todo lo sucedido. Si el odio que le inspiro
invalidase mis aseveraciones, puede usted consultar con mi primo,
contra quien no tendrá usted ningún motivo de desconfianza; y para