Page 203 - Orgullo y prejuicio
P. 203

Wickham  antes  de  su  ingreso  en  la  guarnición  del  condado,  a  lo  cual  le

                había inducido su encuentro casual en Londres con un joven a quien sólo
                conocía superficialmente. De su antigua vida no se sabía en Hertfordshire
                más que lo que él mismo había contado. En cuanto a su verdadero carácter,

                y a pesar de que Elizabeth tuvo ocasión de analizarlo, nunca sintió deseos
                de hacerlo; su aspecto, su voz y sus modales le dotaron instantáneamente de

                todas las virtudes. Trató de recordar algún rasgo  de nobleza, algún gesto
                especial de integridad o de bondad que pudiese librarle de los ataques de

                Darcy,  o,  por  lo  menos,  que  el  predominio  de  buenas  cualidades  le
                compensara de aquellos errores casuales, que era como ella se empeñaba en

                calificar lo que Darcy tildaba de holgazanería e inmoralidad arraigados en
                él desde siempre. Se imaginó a Wickham delante de ella, y lo recordó con
                todo  el  encanto  de  su  trato,  pero  aparte  de  la  aprobación  general  de  que

                disfrutaba  en  la  localidad  y  la  consideración  que  por  su  simpatía  había
                ganado entre sus camaradas, Elizabeth no pudo hallar nada más en su favor.

                Después  de  haber  reflexionado  largo  rato  sobre  este  punto,  reanudó  la
                lectura. Pero lo que venía a continuación sobre la aventura con la señorita

                Darcy  fue  confirmado  en  parte  por  la  conversación  que  Elizabeth  había
                tenido la mañana anterior con el coronel Fitzwilliam; y, al final de la carta,

                Darcy  apelaba,  para  probar  la  verdad  de  todo,  al  propio  coronel,  cuya
                intervención  en  todos  los  asuntos  de  su  primo  Elizabeth  conocía  por
                anticipado,  y  cuya  veracidad  no  tenía  motivos  para  poner  en  entredicho.

                Estuvo a punto de recurrir a él, pero se contuvo al pensar lo violento que
                sería  dar  ese  paso;  desechándolo,  al  fin,  convencida  de  que  Darcy  no  se

                habría arriesgado nunca a proponérselo sin tener la absoluta seguridad de
                que su primo corroboraría sus afirmaciones.

                     Recordaba perfectamente todo lo que Wickham le dijo cuando hablaron
                por  primera  vez  en  casa  del  señor  Philips;  muchas  de  sus  expresiones

                estaban  aún  íntegramente  en  su  memoria.  Ahora  se  daba  cuenta  de  lo
                impropio de tales confidencias a una persona extraña y se admiraba de no
                haber  caído  antes  en  ello.  Veía  la  falta  de  delicadeza  que  implicaba  el

                ponerse en evidencia de aquel modo, y la incoherencia de sus declaraciones
                con su conducta. Se acordaba de que se jactó de no temer ver a Darcy y de
   198   199   200   201   202   203   204   205   206   207   208