Page 206 - Orgullo y prejuicio
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mal parado que había de quedar el crédito de ambas por aquella conducta
impropia, sintió un abatimiento que hasta entonces no había conocido.
Después de andar dos horas a lo largo del camino dando vueltas a la
diversidad de sus pensamientos, considerando de nuevo los hechos,
determinando posibilidades y haciéndose paulatinamente a tan repentino e
importante cambio, la fatiga y el acordarse del tiempo que hacía que estaba
fuera la hicieron regresar a la casa. Entró en ella con el propósito de
aparentar su alegría de siempre y resuelta a reprimir los pensamientos que
la asediaban, ya que de otra forma no sería capaz de mantener conversación
alguna.
Le dijeron que lo dos caballeros de Rosings habían estado allí durante
su ausencia; Darcy sólo por breves instantes, para despedirse; pero que el
coronel Fitzwilliam se había quedado una hora por lo menos, para ver si
ella llegaba y casi dispuesto a ir en su busca. A Elizabeth apenas le afectaba
la partida del coronel; en realidad se alegraba. Sólo podía pensar en la carta
de Darcy.