Page 262 - Orgullo y prejuicio
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Lydia; el coronel Forster, al saberlo, se alarmó y salió al punto de

                     Brighton con la idea de darles alcance. Siguió, en efecto, su rastro
                     con  facilidad  hasta  Clapham,  pero  no  pudo  continuar  adelante,
                     porque ellos al llegar a dicho punto tomaron un coche de alquiler

                     dejando la silla de postas que los había llevado desde Epsom. Y ya
                     no  se  sabe  nada  más  sino  que  se  les  vio  tomar  el  camino  de

                     Londres.  No  sé  qué  pensar.  Después  de  haber  hecho  todas  las
                     investigaciones posibles de allí a Londres, el coronel Forster vino a

                     Hertfordshire para repetirlas en todos los portazgos y hosterías de
                     Barnet y Hatfield, pero sin ningún resultado; nadie ha visto por allí

                     a esas personas. Con el mayor pesar llegó a Longbourn a darnos
                     cuenta de todo, de un modo que le honra. Estoy de veras apenada
                     por él y por su esposa; nadie podrá recriminarles. Nuestra aflicción

                     es  muy  grande.  Papá  y  mamá  esperan  lo  peor,  pero  yo  no  puedo
                     creer que Wickham sea tan malvado. Muchas circunstancias pueden

                     haberles  impulsado  a  casarse  en  secreto  en  la  capital  en  vez  de
                     seguir su primer plan; y aun en el caso de que él hubiese tramado la

                     perdición de una muchacha de buena familia como Lydia, cosa que
                     no es probable, ¿he de creerla a ella tan perdida? Imposible. Me

                     desola, no obstante, ver que el coronel Forster no confía en que se
                     hayan casado; cuando yo le dije mis esperanzas, sacudió la cabeza
                     y  manifestó  su  temor  de  que  Wickham  no  sea  de  fiar.  Mi  pobre

                     madre está enferma de veras y no sale de su cuarto. En cuanto a mi
                     padre,  nunca  le  he  visto  tan  afectado.  La  pobre  Catherine  está

                     desesperada por haber encubierto los amores de Lydia y Wickham,
                     pero  no  hay  que  extrañarse  de  que  las  niñas  se  hiciesen

                     confidencias. Queridísima Lizzy, me alegro sinceramente de que te
                     hayas ahorrado estas dolorosas escenas. Pero ahora que el primer

                     golpe  ya  ha  pasado,  te  confieso  que  anhelo  tu  regreso.  No  soy
                     egoísta, sin embargo, hasta el extremo de rogarte que vuelvas si no
                     puedes. Adiós. Tomo de nuevo la pluma para hacer lo que acabo de

                     decirte que no haría, pero las circunstancias son tales que no puedo
                     menos que suplicaros a los tres que vengáis cuanto antes. Conozco
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