Page 283 - Orgullo y prejuicio
P. 283
––Entonces debe de ser feliz ––dijo su padre fríamente–– y no saldrá de
allí en mucho tiempo. Después de un corto silencio, prosiguió:
Lizzy, no me guardes rencor por no haber seguido tus consejos del
pasado mayo; lo ocurrido demuestra que eran acertados.
En ese momento fueron interrumpidos por Jane que venía a buscar el té
para su madre.
––¡Mira qué bien! ––exclamó el señor Bennet––. ¡Eso presta cierta
elegancia al infortunio! Otro día haré yo lo mismo: me quedaré en la
biblioteca con mi gorro de dormir y mi batín y os daré todo el trabajo que
pueda, o acaso lo deje para cuando se escape Catherine...
––¡Yo no voy a escaparme, papá! ––gritó Catherine furiosa––. Si yo
hubiese ido a Brighton, me habría portado mejor que Lydia.
––¡Tú a Brighton! ¡No me fiaría de ti ni que fueras nada más que a la
esquina! No, Catherine. Por fin he aprendido a ser cauto, y tú lo has de
sentir. No volverá a entrar en esta casa un oficial aunque vaya de camino.
Los bailes quedarán absolutamente prohibidos, a menos que os acompañe
una de vuestras hermanas, y nunca saldréis ni a la puerta de la casa sin
haber demostrado que habéis vivido diez minutos del día de un modo
razonable.
Catherine se tomó en serio todas estas amenazas y se puso a llorar.
––Bueno, bueno ––dijo el señor Bennet––, no te pongas así. Si eres
buena chica en los próximos diez años, en cuanto pasen, te llevaré a ver un
desfile.