Page 287 - Orgullo y prejuicio
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––¡Aceptar! ¡Si estoy avergonzado de que pida tan poco!
––¡Deben casarse! Aunque él sea como es.
––Sí, sí, deben casarse. No se puede hacer otra cosa. Pero hay dos
puntos que quiero aclarar: primero, cuánto dinero ha adelantado tu tío para
resolver eso, y segundo, cómo voy a pagárselo.
––¿Dinero, mi tío? ––preguntó Jane––. ¿Qué quieres decir?
––Digo que no hay hombre en su sano juicio que se case con Lydia por
tan leve tentación como son cien libras anuales durante mi vida y cincuenta
cuando yo me muera.
––Es muy cierto ––dijo Elizabeth––; no se me había ocurrido. ¡Pagadas
sus deudas y que todavía quede algo! Eso debe de ser obra de mi tío. ¡Qué
hombre tan bueno y generoso! Temo que esté pasando apuros, pues con una
pequeña cantidad no se hace todo eso.
––No ––dijo el señor Bennet––, Wickham es un loco si acepta a Lydia
por menos de diez mil libras. Sentiría juzgarle tan mal cuando vamos a
empezar a ser parientes.
––¡Diez mil libras! ¡No lo quiera Dios! ¿Cuándo podríamos pagar la
mitad de esa suma?
El señor Bennet no contestó, y, ensimismados todos en sus
pensamientos, continuaron en silencio hasta llegar a la casa. El padre se
metió en la biblioteca para escribir, y las muchachas se fueron al comedor.
––¿Se irán a casar, de veras? ––exclamó Elizabeth en cuanto estuvieron
solas––.¡Qué raro! Y habremos de dar gracias aún. A pesar de las pocas
probabilidades de felicidad de ese matrimonio y de la perfidia de Wickham,
todavía tendremos que alegrarnos. ¡Oh, Lydia!
––Me consuelo pensando ––replicó Jane–– que seguramente no se
casaría con Lydia si no la quisiera. Aunque nuestro bondadoso tío haya
hecho algo por salvarlo, no puedo creer que haya adelantado diez mil libras
ni nada parecido. Tiene hijos y puede tener más. No alcanzaría a ahorrar ni
la mitad de esa suma.
––Si pudiéramos averiguar a cuánto ascienden las deudas de Wickham
––dijo Elizabeth–– y cuál es la dote que el tío Gardiner da a nuestra
hermana, sabríamos exactamente lo que ha hecho por ellos, pues Wickham