Page 284 - Orgullo y prejuicio
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CAPÍTULO XLIX





                     Dos  días  después  de  la  vuelta  del  señor  Bennet,  mientras  Jane  y
                Elizabeth paseaban juntas por el plantío de arbustos de detrás de la casa,

                vieron al ama de llaves que venía hacia ellas. Creyeron que iba a llamarlas
                de parte de su madre y corrieron a su encuentro; pero la mujer le dijo a

                Jane:  Dispense  que  la  interrumpa,  señorita;  pero  he  supuesto  que  tendría
                usted alguna buena noticia de la capital y por eso me he tomado la libertad

                de venir a preguntárselo.
                     ––¿Qué dice usted, Hill? No he sabido nada.

                     ––¡Querida  señorita!  ––exclamó  la  señora  Hill  con  gran  asombro––.
                ¿Ignora  que  ha  llegado  un  propio  para  el  amo,  enviado  por  el  señor
                Gardiner? Ha estado aquí media hora y el amo ha tenido una carta.

                     Las  dos  muchachas  se  precipitaron  hacia  la  casa,  demasiado  ansiosas
                para poder seguir conversando. Pasaron del vestíbulo al comedor de allí a la

                biblioteca, pero su padre no estaba en ninguno de esos sitios; iban a ver si
                estaba arriba con su madre, cuando se encontraron con el mayordomo que

                les dijo:
                     ––Si buscan ustedes a mi amo, señoritas, lo encontrarán paseando por el

                sotillo.
                     Jane  y  Elizabeth  volvieron  a  atravesar  el  vestíbulo  y,  cruzando  el
                césped,  corrieron  detrás  de  su  padre  que  se  encaminaba  hacia  un

                bosquecillo de al lado de la cerca.
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