Page 289 - Orgullo y prejuicio
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¿Pero, y los vestidos? ¿Y el traje de novia? Voy a escribirle ahora mismo a

                mi cuñada para eso. Lizzy, querida mía, corre a ver a tu padre y pregúntale
                cuánto  va  a  darle.  Espera,  espera,  iré  yo  misma.  Toca  la  campanilla,
                Catherine, para que venga Hill. Me vestiré en un momento. ¡Mi querida, mi

                Lydia de mi alma! ¡Qué contentas nos pondremos las dos al vernos!
                     La  hermana  mayor  trató  de  moderar  un  poco  la  violencia  de  su

                exaltación  y  de  hacer  pensar  a  su  madre  en  las  obligaciones  que  el
                comportamiento del señor Gardiner les imponía a todos.

                     ––Pues  hemos  de  atribuir  este  feliz  desenlace  añadió––  a  su
                generosidad. Estamos convencidos de que ha socorrido a Wickham con su

                dinero.
                     ––Bueno  ––exclamó  la  madre––,  es  muy  natural.  ¿Quién  lo  había  de
                hacer, más que tu tío? Si no hubiese tenido hijos, habríamos heredado su

                fortuna, ya lo sabéis, y ésta es la primera vez que hace algo por nosotros,
                aparte de unos pocos regalos. ¡Qué feliz soy! Dentro de poco tendré una

                hija casada: ¡la señora Wickham! ¡Qué bien suena! Y cumplió sólo dieciséis
                años  el  pasado  junio.  Querida  Jane,  estoy  tan  emocionada  que  no  podré

                escribir; así que yo dictaré y tú escribirás por mí. Después determinaremos
                con tu padre lo relativo al dinero, pero las otras cosas hay que arreglarlas

                ahora mismo.
                     Se disponía a tratar de todos los particulares sobre sedas, muselinas y
                batistas, y al instante habría dictado algunas órdenes si Jane no la hubiese

                convencido, aunque con cierta dificultad, de que primero debería consultar
                con  su  marido.  Le  hizo  comprender  que  un  día  de  retraso  no  tendría  la

                menor  importancia,  y  la  señora  Bennet  estaba  muy  feliz  para  ser  tan
                obstinada como siempre. Además, ya se le habían ocurrido otros planes:

                     ––Iré a Meryton en cuanto me vista, a comunicar tan excelentes noticias
                a mi hermana Philips. Y al regreso podré visitar a lady Lucas y a la señora

                Long. ¡Catherine, baja corriendo y pide el coche! Estoy segura de que me
                sentará muy bien tomar el aire. Niñas, ¿queréis algo para Meryton? ¡Oh!,
                aquí viene Hill. Querida Hill, ¿se ha enterado ya de las buenas noticias? La

                señorita  Lydia  va  a  casarse,  y  para  que  brinden  por  su  boda,  se  beberán
                ustedes un ponche.
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