Page 311 - Orgullo y prejuicio
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Estaba ya casi a la puerta de la casa, pues Elizabeth había seguido
paseando para quitárselo de encima. Por consideración a su hermana no
quiso provocarle y sólo le dijo con una sonrisa:
––Vamos, Wickham; somos hermanos. No discutamos por el pasado.
Espero que de ahora en adelante no tengamos por qué discutir.
Le dio la mano y él se la besó con afectuosa galantería, aunque no sabía
qué cara poner, y entraron en la casa.