Page 307 - Orgullo y prejuicio
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de que tu tío jamás habría cedido a no haberle creído movido por

                     otro interés.
                         Cuando todo estuvo resuelto, el señor Darcy regresó junto a sus
                     amigos que seguían en Pemberley, pero prometió volver a Londres

                     para la boda y para liquidar las gestiones monetarias.
                         Creo que ya te lo he contado todo. Si es cierto lo que dices, este

                     relato te habrá de sorprender muchísimo, pero me figuro que no te
                     disgustará. Lydia vino a casa y Wickham tuvo constante acceso a

                     ella. El era el mismo que conocí en Hertfordshire, pero no te diría lo
                     mucho  que  me  desagradó  la  conducta  de  Lydia  durante  su

                     permanencia en nuestra casa, si no fuera porque la carta de Jane
                     del miércoles me dio a entender que al llegar a Longbourn se portó
                     exactamente igual, por lo que no habrá de extrañarte lo que ahora

                     cuento. Le hablé muchas veces con toda seriedad haciéndole ver la
                     desgracia que había acarreado a su familia, pero si me oyó sería

                     por  casualidad,  porque  estoy  convencida  de  que  ni  siquiera  me
                     escuchaba. Hubo veces en que llegó a irritarme; pero me acordaba

                     de mis queridas Elizabeth y Jane y me revestía de paciencia.
                         El  señor  Darcy  volvió  puntualmente  y,  como  Lydia  os  dijo,

                     asistió a la boda. Comió con nosotros al día siguiente. Se disponía a
                     salir  de  Londres  el  miércoles  o  el  jueves.  ¿Te  enojarás  conmigo,
                     querida  Lizzy,  si  aprovecho  esta  oportunidad  para  decirte  lo  que

                     nunca  me  habría  atrevido  a  decirte  antes,  y  es  lo  mucho  que  me
                     gusta Darcy? Su conducta con nosotros ha sido tan agradable en

                     todo  como  cuando  estábamos  en  Derbyshire.  Su  inteligencia,  sus
                     opiniones, todo me agrada. No le falta más que un poco de viveza, y

                     eso si se casa juiciosamente, su mujer se lo enseñará. Me parece
                     que disimula muy bien; apenas pronunció tu nombre. Pero se ve que

                     el disimulo está de moda.
                         Te ruego que me perdones si he estado muy suspicaz, o por lo
                     menos no me castigues hasta el punto de excluirme de Pemberley.

                     No seré feliz del todo hasta que no haya dado la vuelta completa a
                     la finca. Un faetón bajo con un buen par de jacas sería lo ideal.
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