Page 304 - Orgullo y prejuicio
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tu hermana, y que les había visto y hablado a los dos: a Wickham

                     varias  veces,  a  tu  hermana  una  solamente.  Por  lo  que  puedo
                     deducir, Darcy se fue de Derbyshire al día siguiente de habernos ido
                     nosotros y vino a Londres con la idea de buscarlos. El motivo que

                     dio es que se reconocía culpable de que la infamia de Wickham no
                     hubiese  sido  suficientemente  conocida  para  impedir  que  una

                     muchacha decente le amase o se confiara a él. Generosamente lo
                     imputó todo a su ciego orgullo, diciendo que antes había juzgado

                     indigno de él publicar sus asuntos privados. Su conducta hablaría
                     por él. Por lo tanto creyó su deber intervenir y poner remedio a un

                     mal  que  él  mismo  había  ocasionado.  Si  tenía  otro  motivo,  estoy
                     segura de que no era deshonroso... Había pasado varios días en la
                     capital  sin  poder  dar  con  ellos,  pero  tenía  una  pista  que  podía

                     guiarle  y  que  era  más  importante  que  todas  las  nuestras  y  que,
                     además, fue otra de las razones que le impulsaron a venir a vernos.

                         Parece  ser  que  hay  una  señora,  una  tal  señora  Younge,  que
                     tiempo atrás fue el aya de la señorita Darcy, y hubo que destituirla

                     de  su  cargo  por  alguna  causa  censurable  que  él  no  nos  dijo.  Al
                     separarse  de  la  familia  Darcy,  la  señora  Younge  tomó  una  casa

                     grande  en  Edwards  Street  y  desde  entonces  se  ganó  la  vida
                     alquilando habitaciones. Darcy sabía que esa señora Younge tenía
                     estrechas  relaciones  con  Wickham,  y  a  ella  acudió  en  busca  de

                     noticias de éste en cuanto llegó a la capital. Pero pasaron dos o tres
                     días  sin  que  pudiera  obtener  de  dicha  señora  lo  que  necesitaba.

                     Supongo  que  no  quiso  hablar  hasta  que  le  sobornaran,  pues,  en
                     realidad,  sabía  desde  el  principio  en  dónde  estaba  su  amigo.

                     Wickham,  en  efecto,  acudió  a  ella  a  su  llegada  a  Londres,  y  si
                     hubiese habido lugar en su casa, allí se habría alojado. Pero, al fin,

                     nuestro buen amigo consiguió la dirección que buscaba. Estaban en
                     la calle X. Vio a Wickham y luego quiso ver a Lydia. Nos confesó
                     que su primer propósito era convencerla de que saliese de aquella

                     desdichada  situación  y  volviese  al  seno  de  su  familia  si  se  podía
                     conseguir que la recibieran, y le ofreció su ayuda en todo lo que
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