Page 301 - Orgullo y prejuicio
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»Bueno; desayunamos a las diez, como de costumbre. Yo creí que
aquello no acabaría nunca, porque has de saber que los tíos estuvieron
pesadísimos conmigo durante todo el tiempo que pasé con ellos. Créeme,
no puse los pies fuera de casa en los quince días; ni una fiesta, ninguna
excursión, ¡nada! La verdad es que Londres no estaba muy animado; pero el
Little Theatre estaba abierto. En cuanto llegó el coche a la puerta, mi tío
tuvo que atender a aquel horrible señor Stone para cierto asunto. Y ya sabes
que en cuanto se encuentran, la cosa va para largo. Bueno, yo tenía tanto
miedo que no sabía qué hacer, porque mi tío iba a ser el padrino, y si
llegábamos después de la hora, ya no podríamos casarnos aquel día. Pero,
afortunadamente, mi tío estuvo listo a los dos minutos y salimos para la
iglesia. Pero después me acordé de que si tío Gardiner no hubiese podido ir
a la boda, de todos modos no se habría suspendido, porque el señor Darcy
podía haber ocupado su lugar.
¡El señor Darcy! ––repitió Elizabeth con total asombro.
¡Claro! Acompañaba a Wickham, ya sabes. Pero ¡ay de mí, se me había
olvidado! No debí decirlo. Se lo prometí fielmente. ¿Qué dirá Wickham?
¡Era un secreto!
––Si era un secreto ––dijo Jane–– no digas ni una palabra más. Yo no
quiero saberlo.
––Naturalmente ––añadió Elizabeth, a pesar de que se moría de
curiosidad––, no te preguntaremos nada.
––Gracias ––dijo Lydia––, porque si me preguntáis, os lo contaría todo
y Wickham se enfadaría.
Con semejante incentivo para sonsacarle, Elizabeth se abstuvo de
hacerlo y para huir de la tentación se marchó.
Pero ignorar aquello era imposible o, por lo menos, lo era no tratar de
informarse. Darcy había asistido a la boda de Lydia. Tanto el hecho como
sus protagonistas parecían precisamente los menos indicados para que
Darcy se mezclase con ellos. Por su cabeza cruzaron rápidas y confusas
conjeturas sobre lo que aquello significaba, pero ninguna le pareció
aceptable. Las que más le complacían, porque enaltecían a Darcy, eran
aparentemente improbables. No podía soportar tal incertidumbre, por lo que