Page 314 - Orgullo y prejuicio
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tristeza ni gusto. De una cosa me alegro: de que viene solo, porque así lo
veremos menos. No es que tenga miedo por mí, pero temo los comentarios
de la gente.
Elizabeth no sabía qué pensar. Si no le hubiera visto en Derbyshire,
habría podido creer que venía tan sólo por el citado motivo, pero no dudaba
de que aún amaba a Jane, y hasta se arriesgaba a pensar que venía con la
aprobación de su amigo o que se había atrevido incluso a venir sin ella.
«Es duro ––pensaba a veces–– que este pobre hombre no pueda venir a
una casa que ha alquilado legalmente sin levantar todas estas cábalas. Yo le
dejaré en paz.»
A pesar de lo que su hermana decía y creía de buena fe, Elizabeth pudo
notar que la expectativa de la llegada de Bingley le afectaba. Estaba distinta
y más turbada que de costumbre.
El tema del que habían discutido sus padres acaloradamente hacía un
año, surgió ahora de nuevo. ––Querido mío, supongo que en cuanto llegue
el señor Bingley irás a visitarle.
––No y no. Me obligaste a hacerlo el año pasado, prometiéndome que
se iba a casar con una de mis hijas. Pero todo acabó en agua de borrajas, y
no quiero volver a hacer semejante paripé como un tonto.
Su mujer le observó lo absolutamente necesaria que sería aquella
atención por parte de todos los señores de la vecindad en cuanto Bingley
llegase a Netherfield.
––Es una etiqueta que me revienta ––repuso el señor Bennet––. Si
quiere nuestra compañía, que la busque; ya sabe dónde vivimos. No puedo
perder el tiempo corriendo detrás de los vecinos cada vez que se van y
vuelven.
––Bueno, será muy feo que no le visites; pero eso no me impedirá
invitarle a comer. Vamos a tener en breve a la mesa a la señora Long y a los
Goulding, y como contándonos a nosotros seremos trece, habrá justamente
un lugar para él.
Consolada con esta decisión, quedó perfectamente dispuesta a soportar
la descortesía de su esposo, aunque le molestara enormemente que, con tal