Page 317 - Orgullo y prejuicio
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dejaron avergonzadas a sus dos hijas, especialmente por el contraste con su

                fría y ceremoniosa manera de saludar y tratar a Darcy.
                     Particularmente Elizabeth, sabiendo que su madre le debía a Darcy la
                salvación de su hija predilecta de tan irremediable infamia, se entristeció

                profundamente por aquella grosería.
                     Darcy  preguntó  cómo  estaban  los  señores  Gardiner,  y  Elizabeth  le

                contestó con cierta turbación. Después, apenas dijo nada. No estaba sentado
                al lado de Elizabeth, y acaso se debía a esto su silencio; pero no estaba así

                en  Derbyshire.  Allí,  cuando  no  podía  hablarle  a  ella  hablaba  con  sus
                amigos;  pero  ahora  pasaron  varios  minutos  sin  que  se  le  oyera  la  voz,  y

                cuando Elizabeth, incapaz de contener su curiosidad, alzaba la vista hacia
                él, le encontraba con más frecuencia mirando a Jane que a ella, y a menudo
                mirando sólo al suelo. Parecía más pensativo y menos deseoso de agradar

                que  en  su  último  encuentro.  Elizabeth  estaba  decepcionada  y  disgustada
                consigo misma por ello.

                     «¿Cómo pude imaginarme que estuviese de otro modo? se decía––. Ni
                siquiera sé por qué ha venido aquí.»

                     No tenía humor para hablar con nadie más que con él, pero le faltaba
                valor para dirigirle la palabra. Le preguntó por su hermana, pero ya no supo

                más qué decirle.
                     ––Mucho tiempo ha pasado, señor Bingley, desde que se fue usted ––
                dijo la señora Bennet. ––Efectivamente ––dijo Bingley.

                     ––Empezaba  a  temer  ––continuó  ella––  que  ya  no  volvería.  La  gente
                dice que por San Miguel piensa usted abandonar esta comarca; pero espero

                que  no  sea  cierto.  Han  ocurrido  muchas  cosas  en  la  vecindad  desde  que
                usted se fue; la señorita Lucas se casó y está establecida en Hunsford, y

                también  se  casó  una  de  mis  hijas.  Supongo  que  lo  habrá  usted  sabido,
                seguramente  lo  habrá  leído  en  los  periódicos.  Salió  en  el  Times  y  en  el

                Courrier, sólo que no estaba bien redactado. Decía solamente: «El caballero
                George Wickham contrajo matrimonio con la señorita Lydia Bennet», sin
                mencionar a su  padre ni decir dónde vivía la novia ni nada. La gacetilla

                debió  de  ser  obra  de  mi  hermano  Gardiner,  y  no  comprendo  cómo  pudo
                hacer una cosa tan desabrida. ¿Lo vio usted?
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