Page 337 - Orgullo y prejuicio
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ambos lados es espléndida. Están destinados el uno para el otro por el voto

                de todos los miembros de sus casas respectivas; y ¿qué puede separarlos?
                Las  intempestivas  pretensiones  de  una  muchacha  de  humilde  cuna  y  sin
                fortuna. ¿Cómo puede admitirse? ¡Pero no ocurrirá! Si velara por su propio

                bien, no querría salir de la esfera en que ha nacido.
                     ––Al casarme con su sobrino no creería salirme de mi esfera. Él es un

                caballero y yo soy hija de otro caballero; por consiguiente, somos iguales.
                     ––Así  es;  usted  es  hija  de  un  caballero.  Pero,  ¿quién  es  su  madre?

                ¿Quiénes son sus tíos y tías? ¿Se figura que ignoro su condición?
                     ––Cualesquiera que sean mis parientes, si su sobrino no tiene nada que

                decir de ellos, menos tiene que decir usted ––repuso Elizabeth.
                     Dígame de una vez por todas, ¿está usted comprometida con él?
                     Aunque  por  el  mero  deseo  de  que  se  lo  agradeciese  lady  Catherine,

                Elizabeth no habría contestado a su pregunta; no pudo menos que decir, tras
                un instante de deliberación:

                     ––No lo estoy.
                     Lady Catherine parecía complacida.

                     ––¿Y me promete usted no hacer nunca semejante compromiso?
                     ––No  haré  ninguna  promesa  de  esa  clase.  ¡Señorita  Bennet!  ¡Estoy

                horrorizada y sorprendida! Esperaba que fuese usted más sensata. Pero no
                se haga usted ilusiones: no pienso ceder. No me iré hasta que me haya dado
                la seguridad que le exijo.

                     ––Pues la verdad es que no se la daré jamás. No crea usted que voy a
                intimidarme por una cosa tan disparatada. Lo que Su Señoría quiere es que

                Darcy se case con su hija; pero si yo le hiciese a usted la promesa que ansía,
                ¿resultaría más probable ese matrimonio? Supongamos que esté interesado

                por mí; ¿si yo me negara a aceptar su mano, cree usted que iría a ofrecérsela
                a su prima? Permítame decirle, lady Catherine, que los argumentos en que

                ha  apoyado  usted  su  extraordinaria  exigencia  han  sido  tan  frívolos  como
                irreflexiva la exigencia. Se ha equivocado usted conmigo enormemente, si
                se figura que puedo dejarme convencer por semejantes razones. No sé hasta

                qué punto podrá aprobar su sobrino la intromisión de usted en sus asuntos;
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