Page 343 - Orgullo y prejuicio
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––¿No tienes idea de quién es el caballero, Elizabeth? Ahora viene.
Los motivos que tengo para avisarle son los siguientes: su tía,
lady Catherine de Bourgh, no mira ese matrimonio con buenos ojos.
––Como ves, el caballero en cuestión es el señor Darcy. Creo, Elizabeth,
que te habrás quedado de una pieza. Ni Collins ni los Lucas podían haber
escogido entre el círculo de nuestras amistades un nombre que descubriese
mejor que lo que propagan es un infundio. ¡El señor Darcy, que no mira a
una mujer más que para criticarla, y que probablemente no te ha mirado a ti
en su vida! ¡Es fenomenal!
Elizabeth trató de bromear con su padre, pero su esfuerzo no llegó más
que a una sonrisa muy tímida. El humor de su padre no había tomado nunca
un derrotero más desagradable para ella.
––¿No te ha divertido?
––¡Claro! Sigue leyendo.
Cuando anoche mencioné a Su Señoría la posibilidad de ese
casamiento, con su habitual condescendencia expresó su parecer
sobre el asunto. Si fuera cierto, lady Catherine no daría jamás su
consentimiento a lo que considera desatinadísima unión por ciertas
objeciones a la familia de mi prima. Yo creí mi deber comunicar
esto cuanto antes a mi prima, para que ella y su noble admirador
sepan lo que ocurre y no se apresuren a efectuar un matrimonio que
no ha sido debidamente autorizado.
Y el señor Collins, además, añadía:
Me alegro sinceramente de que el asunto de su hija Lydia se
haya solucionado tan bien, y sólo lamento que se extendiese la
noticia de que vivían juntos antes de que el casamiento se hubiera
celebrado. No puedo olvidar lo que debo a mi situación