Page 55 - Orgullo y prejuicio
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––No sabía que estabais paseando ––dijo la señorita Bingley un poco
confusa al pensar que pudiesen haberles oído.
––Os habéis portado muy mal con nosotras ––respondió la señora
Hurst–– al no decirnos que ibais a salir.
Y, tomando el brazo libre del señor Darcy, dejó que Elizabeth pasease
sola. En el camino sólo cabían tres. El señor Darcy se dio cuenta de tal
descortesía y dijo inmediatamente:
––Este paseo no es lo bastante ancho para los cuatro, salgamos a la
avenida.
Pero Elizabeth, que no tenía la menor intención de continuar con ellos,
contestó muy sonriente:
––No, no; quédense donde están. Forman un grupo encantador, está
mucho mejor así. Una cuarta persona lo echaría a perder. Adiós.
Se fue alegremente regocijándose al pensar, mientras caminaba, que
dentro de uno o dos días más estaría en su casa. Jane se encontraba ya tan
bien, que aquella misma tarde tenía la intención de salir un par de horas de
su cuarto.