Page 100 - Cómo no escribir una novela
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explicación.
Si utilizas un «mientras» o un «a la vez que» o algo parecido, asegúrate de que esas
cosas que van a suceder simultáneamente puedan ocurrir así en el mundo real. Eso lo
decimos por esos héroes que desafían al malvado justo en el momento en que cuelgan
de una cuerda a la que se sujetan con los dientes, también por esos gerundios
encadenados: «Jack nació en Cleveland, estudiando medicina en el hospital John
Hopkins y estableciéndose en Baltimore».
Con todo, el tiempo en una novela no es exactamente como el de la vida real. En
una novela, los hechos importantes se describen en tiempo real, o como a cámara lenta,
mientras que los hechos que no son fundamentales pueden describirse rápidamente. Una
larga cena puede resolverse con pocas palabras, una breve escena de violencia puede
requerir varios párrafos. En ocasiones la sola mención de la cena (o del partido de
tenis o del viaje a Nueva Orleans) basta, siempre que se le añada un «después de»:
Después de la cena se sentaron en el vestíbulo del hotel para hablar sobre el nuevo
campo de la ergohidráulica. La conversación no tardó en encresparse… Estas líneas
pueden llevar a una escena en que Nefasto muerde el polvo tras una pelea, lo cual se
contará con pelos y señales.
Un pene como un salchichón
Cuando las imágenes no son apropiadas
La nariz le sobresalía como el pico de una gaviota que abriera sus alas para
formar dos aletas bien definidas. La boca que tenía debajo era muy fina,
como unidimensional, como el filamento básico que compone toda la materia
del Universo según la teoría de las supercuerdas. Sus ojos eran azules como
las rosas de ese color. Bronceada por el sol, su piel no tenía mácula, era
pura como una muestra de sastre de lana de cachemira. Su estómago era
tan plano como se creía que era la Tierra al principio de su creación. Se
movía con la misma ligereza que una mota de polvo danzando en el rayo de
sol que atravesara una vidriera polícroma de una catedral gótica francesa.
Sus pechos se erguían orgullosos como dos portaestandartes en un desfile.
Cuando la vio, él sintió la urgencia incontrolable de vomitarle allí mismo
todos sus sentimientos. Él apartó la vista y miró al cielo, donde el sol se
ponía con todo el esplendor de un grano reventón.