Page 99 - Cómo no escribir una novela
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Hola. Debo irme
                                                                 Cuando el autor maneja mal los tiempos


               El almuerzo se sirvió en el comedor del ático que daba a la Côte d’Eau de la

               que  hablábamos  antes.  Los  dos  criminales  inmensamente  ricos  se  regalan
               con un urogallo biselado, blinis de ricos corpúsculos de mar y solomillo de
               fausse  maigre  en  una  delicada  salsa  de  bête  noire,  todo  regado  con

               espumosos.
                   —Esta comida es deliciosa —dijo el hombre conocido como el Invitado,

               dando buena cuenta con apetito de todos los platos y del postre—. Pero el
               negocio del que vengo a hablarte…
                   —¡Shhh! —le respondió Jacques Derrida, alias la Hiena, el despiadado
               traficante de seres humanos llevándose un dedo a los labios—. Vayamos a

               otra parte a hablar de eso…
                   Se sentaron en el banco de un parque.

                   —Ah, Côte d’Eau es una maravilla todo el año. Pero no tanto como la
               muchacha cuyo corazón robaste en cierta discoteca de Estados Unidos —
               dijo con sorna el Invitado mientras encendía un cigarrillo.

                   La Hiena, tras la impresión, acierta a decir al punto:
                   —¿Cómo  lo  sabes?  —fue  su  respuesta  mientras  saboreaba  su  puro
               belga.

                   El Invitado acabó su cigarrillo y pisó la colilla.
                   —Ma petite… —dijo en su mal francés y le contó todo lo referente a su
               amplia red de espías antes de informar a Jacques de que lo olvidaría todo

               bajo ciertas condiciones.



          Hacer  que  el  tiempo  fluya  de  forma  realista  en  una  novela  es  difícil,  pero  muchos
          autores no prestan atención a los sencillos elementos que mantienen la acción dentro de
          lo posible en términos temporales. Ocurre demasiadas veces que un personaje lanza una

          pelota  contra  un  muro,  suelta  un  monólogo  sobre  la  reforma  fiscal,  observa  la
          trayectoria de un avión a través del cielo, y luego recoge la pelota cuando rebota, y

          todo eso sin que haya habido ninguna falla en el espacio-tiempo. La teletransportación
          también es un problema frecuente, pues hay personajes que salen en coche de Nueva
          York  y  en  la  siguiente  frase  ya  están  en  México,  sin  que  haya  mediado  ninguna
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