Page 135 - Fantasmas
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Joe  HiLL



       crujido  de las patas  de madera  circulares  mientras  se  movían
       atrás  y adelante  sobre los tablones  de la entrada.  Max  se  mesó
       los cabellos,  tirándose  de ellos,  diciendo  para  sí: «Rudy,  va-
       mos»,  deseando  que  aquella espera  terminara  más  que ningu-
       na  otra  cosa  en  el mundo.  No  sabía  si había  transcurrido  una
       hora o quince minutos.
            Entonces  oyó las pisadas firmes  de su  hermano  en  la tie-
       rra  caliza del arcén  de la carretera;  aminoró  el paso  al entrar  en
       el  jardín, pero Max sospechó  que venía corriendo,  una  hipóte-
       sis que se vio confirmada  en  cuanto  Rudy habló.  Aunque  tra-
       taba de conservar  su  habitual  tono  jovial, se notaba  que se aho-
       gaba y hablaba  con  voz  entrecortada.
            —Perdón,  perdón. La señora  Kutchner,  un  accidente.  Me
       pidió que la ayudara.  Lo sé. Es tarde.
             La mecedora  dejó de moverse  y los tablones  del suelo cru-
       jieron bajo el peso  de los pies de su  padre.
            —Eso  me  contó  Max.  Y qué, ¿lo has limpiado  todo?
             —Sí, con  Arlene.  Es que Arlene  entró  corriendo  en  la co-
       cina,  sin mirar,  y a la señora  Kurtchner...  se  le cayeron  unos
       platos al suelo...
           Max cerró  los ojos e inclinó  la cabeza  hacia  delante  t1-
       rándose  del pelo con  desesperación.
             —_La  señora  Kutchner  no  debería  cansarse  tanto;  está en-
       ferma.  De hecho  debería  quedarse  en  la cama.
             —Eso  es  lo que pensé —escuchó  a Rudy desde un  extre-
       mo  del portón.  Empezaba  a recuperar  el aliento—.  Y todavía
       no  estaba  oscuro  del todo.
             —¿Ah no?  Bueno,  cuando  uno  tiene  mi edad  la vista  le
       falla, confunde  la penumbra  con  la oscuridad.  Estaba  conven-
       cido de que el sol se había puesto  hace veinte  minutos.  Veamos,
       ¿qué hora es?
             Max  escuchó  el sonido  metálico  del reloj de bolsillo  de
       su  padre al abrirse.  Este  suspiró.



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