Page 138 - Fantasmas
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FANTASMAS
gresaba inesperadamente. Saltó y asió a su hermano por un
tobillo, pensando que conseguiría arrastrarlo de nuevo a la
luz, pero Rudy chilló y con una patada se liberó de la mano
de Max. El pequeño se precipitó hacia la oscuridad y aterrizó
en el suelo de madera, con un golpe seco que hizo temblar den-
tro de la habitación algún objeto de cristal sin identificar. En-
tonces Max se agarró al alféizar, tomó impulso...
—Despacio, Max, está... —empezó a decir su hermano.
... y saltó por la ventana.
—... muy alto —terminó Rudy.
Max había entrado antes en el estudio de su padre, por su-
puesto (en ocasiones, Abraham los invitaba a ir allí para «una
pequeña charla», lo que quería decir que él hablaba y ellos es-
cuchaban), pero nunca por la ventana. Se inclinó hacia delante
y vio el suelo a casi un metro de distancia, y se dio cuenta, asom-
brado, de que iba a aterrizar de cara. Por el rabillo del ojo acer-
tó a ver una mesa redonda junto a una de las mecedoras de su
padre, y se aferró a ella para evitar caerse. Pero ya había toma-
do impulso y éste lo lanzó adelante, haciéndole chocar contra
el suelo. Pudo girar la cara en el último momento y el peso del
cuerpo recayó casi por entero en su hombro derecho. Los mue-
bles temblaron y la mesa se volcó con todo lo que tenía encima.
Max oyó que algo se caía y escuchó un ruido de cristales rotos
que le resultó más doloroso que el golpe en el hombro.
Rudy estaba a unos pocos metros de él, sentado en el sue-
lo y esbozando aún una sonrisa algo tonta. Tenía la carta arru-
gada en una mano, medio olvidada.
La mesa estaba volcada, pero por fortuna no rota. Aun-
que un frasco vacío de tinta se había hecho añicos y los peda-
zos brillantes de cristal yacían cerca de la rodilla de Max. So-
bre la alfombra persa había un montón de libros dispersos y
varios papeles revolotearon hasta posarse en el suelo con un
SUSUurro áspero.
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