Page 142 - Fantasmas
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FANTASMAS
—Pues yo creo que es una idiotez. I-dio-tez —dijo Rudy
en un tono ligeramente cantarín.
El rumbo que tomaba la conversación estaba poniendo
nervioso a Max, y por un instante se sintió mareado, presa del
vértigo, como si estuviera inclinado sobre una pendiente pro-
nunciada. Tal vez no estuviera muy lejos de algo así. Siempre
había sabido que algún día tendrían esta conversación y temía
adónde podría conducirlos. Rudy nunca disfrutaba tanto co-
mo en una discusión, pero jamás llevaba sus dudas a una con-
clusión lógica. Podía decir que algo era una estupidez, pero no
se detenía a considerar qué pasaba entonces con su padre, un
hombre que temía a la oscuridad tanto como una persona que
no sabe nadar teme al mar. Max casi necesitaba que aquello
fuera verdad, que existieran los vampiros, porque la otra po-
sibilidad —que su padre fuera un psicótico— era demasiado
terrible, demasiado abrumadora.
Seguía pensando en cómo contestar a su hermano cuan-
do una fotografía enmarcada atrajo su atención. Estaba medio
oculta bajo la mecedora de su padre, vuelta del revés. Pero
cuando le dio la vuelta supo que ya la había visto. Era un ca-
lotipo, un tipo de foto antigua, color sepia, de su madre, que
había estado en una estantería de su casa de Ámsterdam. Lle-
vaba puesto un sombrero claro de paja bajo el que asomaban
sus rizos negros y etéreos. Tenía una de las manos enguantadas
levantada en un gesto enigmático, de forma que parecía estar
agitando un cigarrillo invisible. Sus labios estaban entreabier-
tos, como diciendo algo, y Max a menudo se preguntaba qué
sería. Por alguna razón se imaginaba a sí mismo presente en
aquella escena, fuera de la fotografía, un niño de cuatro años
mirando a su madre con expresión solemne. Tenía la impresión
de que ella agitaba la mano para evitar que saliera en la foto-
grafía. Si eso era cierto, entonces parecía lógico que en el mo-
mento de ser retratada estuviera diciendo su nombre.
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