Page 144 - Fantasmas
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FANTASMAS


         allí. Max  apretó  la fotografía  contra  su  pecho para  evitar  que
         Rudy la viera.  Le dijo vete,  yo iré enseguida,  y Rudy le soltó
         y salió.
               Con  manos  torpes,  Max  intentó  colocar  la fotografía
         de la mujer asesinada  dentro  del marco... "y entonces  vio al-
         go más y se  quedó nuevamente  inmóvil.  Hasta  el momento  no
         había  reparado  en  una  figura a la izquierda  de la imagen,  un
         hombre  junto a la cama,  con  la espalda vuelta  hacia  el objeti-
         vo.  Estaba  tan  en  primer plano que parecía una  figura desen-
         focada, vagamente  rabínica,  con un  sombrero  y un  abrigo ne-
         gros.  No  había  manera  de saber  con  certeza  quién  era  ese
         hombre,  pero  Max  sí lo sabía,  lo reconoció  por la manera  en
         que  inclinaba  la cabeza  hacia  atrás,  la forma  cuidadosa  y casi
         rígida en  que  se  inclinaba  desde  el grueso  cuello.  En una  ma-
         no  sostenía  un  hacha  y en  la otra  un  maletín  de médico.
               El motor  del coche  se  detuvo  con  un  silbido  ronco  y un
         leve traqueteo.  Max  encajó como  pudo la fotografía  de la mu-
         jer muerta  en  el marco  y colocó  encima  el retrato  de Mina.  De-
         jó la fotografía,  sin cristal, sobre  la mesa  y la miró durante  una
         milésima  de segundo,  antes  de darse  cuenta,  horrorizado,  de
         que Mina  estaba  cabeza  abajo. Alargó la mano  hacia ella.
               —¡Vamos!  —gritó Rudy—.  Por favor, Max.
               Estaba  fuera  de la ventana,  de puntillas,  y con  la cabeza
         vuelta  hacia el estudio.
               Max  empujó  con  el pie los cristales  rotos  debajo  de la
         mecedora,  brincó  hacia  la ventana  y gritó.  O al menos  lo in-

         tentó,  ya que le faltaba  aire en  los pulmones  y su  garganta  no
         emitió  sonido  alguno.
               Su padre estaba de pie detrás  de Rudy y lo miraba por en-

         cima de la cabeza de éste.  Rudy no  vio que estaba allí hasta que
         le apoyó las manos  en  los hombros.  Pero  él no  tenía  ninguna
         dificultad  para  gritar y dio tal salto  que pareció  que  iba a en-
         trar  de nuevo  en  el estudio.




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